Carlos Colón

Manipulación totalitaria y democrática

La ciudad y los días

Lo justo que nadie discute se mezcla en la Ley de Memoria Democrática con la más grosera manipulación

Hoy es un buen día para decir que el aparato propagandístico franquista hizo algo no tan distinto a lo que ahora hace el PSOE: falsear la historia para utilizarla como instrumento de alabanza propia (ellos herederos de una idealizada II República) y denuesto de la oposición (el PP heredero del franquismo). Naturalmente esto sólo afecta a la historia con minúscula de propaganda y manipulación, no con mayúscula de rigor metodológico y voluntad de objetividad. La Ley de Memoria Democrática de Bildu, Unidas Podemos, el PNV, ERC y el PSOE, que a lo anterior suma ser un intento de blanqueo de ETA y ennegrecimiento de la Transición con excusa antifranquista, es esa historia con minúscula.

Durante el franquismo la propaganda nos contó que tal día como hoy de 1936 la España leal y patriota se alzó legítimamente en armas contra una infame e ilegítima Segunda República que era la anti-España; que la guerra fue una cruzada, una batalla apocalíptica entre el Ángel y la Bestia; que las hambres, miserias y brutal represión de la larga posguerra eran el regreso de banderas victoriosas al paso alegre de la paz… Y nos quieren contar ahora que la Segunda República fue un paraíso sólo amenazado y atacado por la extrema derecha fascio-clerical. Por lo visto Largo Caballero nunca dijo en 1933: "Tenemos que luchar hasta que en las torres y en los edificios oficiales ondee no la bandera tricolor de una República burguesa, sino la bandera roja de la Revolución Socialista"; e Indalecio Prieto nunca escribió en 1942, desde el exilio: "Me declaro culpable ante mi conciencia, ante el Partido Socialista y ante España entera, de mi participación de aquel movimiento revolucionario [de 1934]. Lo declaro, como culpa, como pecado"). De ahí a la vergüenza de crear, por presión de Bildu y para blanquear a ETA, una comisión de investigación sobre las violaciones de derechos humanos entre 1978 y 1983 -precisamente los años en que más mató el terrorismo vasco para derribar la democracia- lo justo que nadie discute se mezcla con la más grosera manipulación. No hay mentira más peligrosa que la camuflada entre verdades.

Lo peor no es que nos lo cuenten a nosotros, que vivimos lo que vivimos, sabemos lo que sabemos y leemos los libros de Historia que leemos, sino a nuestros hijos y nietos que no lo vivieron, sufren en Bachillerato una historia recortada y manipulada y no leen libros de Historia.

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