Antonio fernández jurado

Lealtad, ¿para qué?

Su problema es que él comete los mismos hábitos de relación con la ciudadanía que el 'trumpismo'

Libertad, ¿para qué?", fue la prepotente respuesta que dio Lenin a don Fernando de los Ríos, al preguntarle este cuando pensaban devolverles la misma a los ciudadanos. Pues bien, haciendo una extrapolación conceptual, si preguntáramos a Pedro Sánchez, encarnación del paternalismo dialéctico en sus peticiones de lealtad, consenso, arrimar el hombro… para sacar adelante sus propuestas personalistas se transforma en implacable descalificador de quienes no le siguen el juego -trumpistas, les llama ahora - y le requiriésemos sobre los principios de su lealtad respecto a los ciudadanos en general, no solo a sus votantes, no estaría muy lejos de responder, también, "¿para qué?".

Su problema es, que él comete los mismos hábitos de relación con la ciudadanía que el trumpismo y del que acusa a los opositores: propaganda, mentiras, contradicciones constantes… es capaz de hacer coexistir la misma cuestión y la contraria, crispa y no consensua, salvo para cubrir sus objetivos, estrictamente, personales para subsistir en el Poder y cuando surgen dificultades, saca a sus apéndices, Abalos, Lastra -la que le toca ahora- Simancas, el resentido político… para ratificar el citado principio de contradicción, en un ejercicio de amnesia sobrevenida, donde no vale o no existe lo dicho ayer. Pero en el pecado de sus deslealtades cotidianas, lleva la penitencia de sufrir la falta manifiesta, pública y ostentosa de la lealtad debida por su principal socio que, en un ejercicio de desdoblamiento de personalidad, actúa como vicepresidente o líder podemita, según conveniencia para ponerlo a pies de los caballos sin recato alguno. Ejemplos, los hoy sobrados. Desde acuerdos para los PGE, por cierto, enmendar la totalidad de los mismos es como una traición a los españoles, pero enmendarlos en Andalucía ¿qué es?, inocente pregunta que pueden ustedes mismos contestar, hasta esa marcha verde marítima curiosamente, cuarenta y cinco años después con circunstancias de tufillo de debilidad gubernamental para las que tan buen olfato tiene Marruecos y más con la riqueza submarina del volcán submarino Tropic y los valiosos metales descubiertos en el mismo, al tiempo que su socio, echa leña al fuego, proponiendo un referéndum de autodeterminación del pueblo saharaui en un territorio tutelado por la ONU y al que Marruecos no renuncia. En definitiva, deslealtad entre socios, frente a la oposición, no cumple su aserto de: escucha, diálogo, consenso… ¿apelamos a la Ley Celaá o la ya en trámite, de Eutanasia? y, por supuesto, al pueblo pagano y víctima final de tantas deslealtades.

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