Jesús Aguirre, otro interino

Los presidentes del Parlamento no duran; los ponen los jefes de la Junta a su capricho y a su servicio

El presidente del Parlamento de Andalucía tiene un empleo interino. Duran poco sus señorías en cargo institucional tan importante, pero tan gregario del poder ejecutivo. El promedio de los últimos cinco titulares está en torno a los tres años y medio. De los nueve que ha habido en total, sólo Torres Vela estuvo ocho años, seguido de Marín Rite con cinco y medio. El resto ha estado cuatro años o menos. Los colocaba a su capricho el jefe de la Junta, que en ocasiones aprovechaba para hacer alguna destitución elegante.

Chaves en 1996, cuando salió del bloqueo de la pinza, ofreció a su consejero de Presidencia Luis Planas que fuese presidente del Parlamento, que era una manera de decirle que salía del Gobierno. Planas no aceptó y prefirió el comodín de senador mientras negociaba su marcha a Bruselas como director de Gabinete del vicepresidente Marín. Por lo general, el de presidente del Parlamento es un empleo de salida de la escena política. Ha habido sólo dos excepciones: Mar Moreno fue después consejera en tres carteras y Valderas llegó incluso a vicepresidente.

Planas acertó. Trabajó en la cúpula de la Comisión, después fue embajador en Marruecos y ante la UE, y llegó a ministro, desempeño en el que lleva más de cuatro años. Ignoro cuál es el caso de Jesús Aguirre, un tipo campechano. Aunque la tradición diga que es un nuevo interino, por edad no hay que pensar que está en su última legislatura. Ahí tienen a Nancy Pelosi, la presidenta de la Cámara de Representantes de los Estados Unidos que tiene 82 años. En agosto, Aguirre cumple sólo 67; tiene recorrido...

Pero más allá de la edad y la empatía, lo que hay que pedirle al presidente del Parlamento es independencia del Gobierno; que no esté a su servicio. Aguirre ya le ha dado las gracias a Juan Manuel Moreno por la colocación. Mal empieza. Es una mala costumbre extendida. Cuando en 2019 las propuso para presidentas de Congreso y Senado, Batet y Llop se apresuraron a agradecer a Sánchez empleos tan estupendos. Y Batet se ha dado prisa en obedecer al Gobierno cuando le pidió que cambiara la norma para constituir la Comisión de Secretos Oficiales incluyendo a los independentistas.

El arbitraje de los debates en los plenos y las sesiones de control en el Parlamento hace tiempo que se hace a mayor gloria del Gobierno andaluz. Aguirre tiene la obligación de hacer cumplir el reglamento, incluso de reformarlo y mejorarlo para que no sea un juguete del poder ejecutivo. No le bastará con ser simpático.

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