tiempo de academia

Sixto Romero Sánchez

Profesor de la Universidad de Huelva. Presidente de la Academia Iberoamericana de La Rábida

J. Isidoro Morales: onubense universal (II)

En el artículo anterior contextualizaba la personalidad del onubense José Isidoro Morales en un grupo de intelectuales en el marco de la Ilustración española. Sobre ello, entre otros, ha escrito Juan López Tabar, doctor en Historia por la Universidad de Navarra por el trabajo de tesis Los afrancesados durante la crisis del Antiguo Régimen (1808-1833) que posteriormente publicó en 2001 con el título de Los famosos traidores.

En su trabajo, Unos años difíciles: ocaso, huida y exilio de los afrancesados andaluces, págs. 89-96, publicado en 2010 que aparece en la obra Andalucía en guerra, (1808-1814), coordinada por María Amparo López Arandia (Universidad de Extremadura) y José Miguel Delgado Barrado (Universidad de Jaén), podemos leer: "… La suerte de las armas francesas, aun con sus altibajos, fue estable al menos hasta 1811. Hasta esa fecha, aparte de reveses más o menos sonados como las derrotas en las batallas de Bailén o Talavera, predominaron los triunfos, y a pesar de la constante presencia de las guerrillas y de la amenaza siempre presente de las tropas de Wellington en la península, lo cierto es que, especialmente en 1810, con la conquista casi total de Andalucía, parecía que el asentamiento del régimen josefino no podía estar muy lejos…".

A partir de 1811, y sobre todo en 1812, el sesgo es hacia el lado patriota, pero la gran victoria hay que considerarla en la Batalla de los Arapiles librada en el municipio de Arapiles, al sur de Salamanca, el 22 de julio de 1812 que tuvo como sabemos el resultado del triunfo del ejército anglo-hispano-portugués al mando del general Arthur Wellesley, primer duque de Wellington, contra las tropas francesas al mando del mariscal Marmont.

"… La retirada comenzó con el levantamiento del sitio de Cádiz, y en la madrugada del 26 de agosto de 1812 comenzaba la salida de las tropas francesas de Sevilla. Con ellas iban un «bizarre assemblage des gens et des voitures (...)» una «tourbe immense», un «amas confus de fantassins et de cavaliers, de caissons et de calèches, de fourgons et de mulets, d'ânes et de charretes» ocupados por todo aquel que, por su compromiso con el gobierno de José I, tuvo que emigrar para ponerse a salvo…" (Sébastien Blaze, en sus Mémoires d'un apothicaire sur la guerre d'Espagne pendant les années 1808 à 1814. Ed. París: Ladvocat, Libraire de S. A. R. M. le Duc de Chartres (1828). t. II, pp. 244-245).

Con la investigación de Claude Morange, hispanista francés, estudioso del liberalismo español de comienzos del siglo XIX, podemos conocer el recorrido e itinerario de este heterogéneo y abigarrado convoy, entre los que se encontraba nuestro paisano, José Isidoro Morales: "… el 27 de agosto pasó por Osuna, el 28 por Antequera, llegando a Granada el 31. Allí se detuvo quince días, probablemente para reorganizar la retirada... El 16 de septiembre el convoy reanudó la marcha... llegando a Almansa en octubre, la mayoría de los refugiados andaluces se dirigió a Valencia, donde se encontraron con los que desde Madrid se desplazaron allí, en un viaje que fue igualmente un auténtico calvario, tras la victoria de Wellington en los Arapiles. Un gran contingente de empleados civiles y personas distinguidas de las Prefecturas de Andalucía que han seguido el movimiento del ejército imperial del Mediodía que incluye a cerca de 200 personas…, que en absoluto suponen la totalidad de los emigrados, pero sí los más influyentes. En él se encuentra: el conde de Montarco, Joaquín Mª Sotelo, varios miembros del cabildo sevillano, entre ellos Andrés Muriel, José Isidoro Morales o Alberto Lista. También el músico Fernando Sors, comisario de policía de Jerez y Javier de Burgos, subprefecto de Almería…".

El grueso de los refugiados andaluces, que consiguieron estar unidos, cruzaría la frontera a mediados de 1813. A partir de entonces comenzaría la dispersión.

El tratado de Valençay (Francia), en la actualidad Indre, firmado en diciembre de 1813 en el castillo del mismo nombre, daría inicialmente esperanzas a los refugiados prometiéndoles conmiseración a los afrancesados pero no entró en vigor en España ya que las Cortes y la Regencia en Madrid no lo aceptaron. Con la restauración de Luis XVIII, el Gobierno francés no les abandonará a su suerte y algunas ayudas económicas modestas continuarán hasta 1820. Sólo unos pocos "afortunados" podían vivir en París, por lo que la mayoría tuvo que aclimatarse a las desiguales consignas de refugiados que establecieron las autoridades con la incomodidad de los frecuentes traslados de una a otra. Alberto Lista pasará el exilio entre Auch, Montpellier y Toulouse. Como Lista, regresó en 1817 José Isidoro Morales, nuestro matemático ilustre y autor de una obra pionera sobre el cálculo electoral, que comenzaremos a esbozar en las próximas entregas, tomado de la obra Memoria matemática sobre el cálculo de la opinión en las elecciones, publicado en Madrid en la Imprenta Real por D. Pedro Julián Pereyra, Impresor de Cámara de S.M. Año de 1797.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios