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ASÍ es, Huelva se viste de fiesta, la tan conocida sevillana que hace referencia a la mañana en la que la Real e Ilustre Hermandad de Nuestra Señora del Rocío de Huelva comienza su camino es, además de un eslogan, fiel reflejo de la realidad.
Decir Huelva es decir Rocío, la devoción en Huelva por la excelsa Patrona de Almonte no es algo que se fuerza o que se crea, es algo que el onubense lleva innato, lleva dentro, en su ADN, desde la cuna. En nuestra querida tierra gracias a Dios tenemos muchas y muy ricas señas de identidad, hitos, acontecimientos, eventos, sentimientos, historia… que siempre, y más en las nuevas generaciones, están formando el sentimiento de pertenencia con orgullo a esta ciudad, un sentimiento que nos hace sacar pecho fuera de nuestras fronteras, que nos quita de antiguos complejos absurdos y nos lleva a cada uno a ser grandes embajadores de Huelva allí donde vamos.
Pero si existe algo que engloba y une, si hay alguna de nuestras señas de identidad que más tenemos en común, si tuviéramos que definir por estadística cual es aquel sentimiento en el que de alguna u otra forma todos tenemos algo que decir, sin lugar estaremos hablando de la devoción de las devociones, a Nuestra Señora del Rocío. Por que incluso aquel que está alejado de la religión, aquel que ni es romero, ni rociero, ni sabe lo que es un camino, ni siquiera ha pisado nunca las benditas arenas ni ha cruzado la concha hacia el encuentro con la Reina Celestial de las marismas, ese, seguro que alguna vez en su vida ha tenido un encuentro personal con Ella, o bien por que ha ido en su búsqueda o bien por que aquel amigo en ese momento le ofreció lo mejor que tenia, esa estampa de la Virgen que ahora ronda en cualquier repisa de su casa. Pero casos extremos a parte, la Imagen de la Virgen del Rocío está en el día a día de toda una ciudad, de su gente, de su rutina. Todos conocemos el santuario algún día perdido en el calendario, la silueta de la Virgen tan característica es de las primeras que aprendemos y reconocemos, no existe bajo cristal de mesa de camilla, esquina de un marco, o un corcho que no contenga una estampa de la Blanca Paloma.
Nuestros padres nos han contado muchas cosas sobre la Virgen, muchas vivencias, aquel año que hicieron el camino, o aquel amigo almonteño que lo acerco a la Virgen en su procesión. En Huelva contamos las generaciones por traslados de la Virgen a su pueblo, yo he vivido dos, tu tres y el de allí cuatro. Todos, absolutamente todos, tenemos algo que contar sobre esa imagen cuya devoción traspasa las fronteras y los océanos.
Es por todo esto que en la mañana del jueves de romería Huelva amanece diferente, amanece vestida de fiesta, no sólo sus fachadas y balcones, si todo el ambiente de sus casas y calles. Es una noche en la que casi no se duerme, unos por que están preparando su partida y otros por que saben que van a despedir a la carroza de los sueños de toda una ciudad. El jueves es el día que está marcado en el calendario con un gran circulo, es la mañana en la que desde el Conquero hasta las marismas, desde el Parque Moret hasta la ría, desde La Orden hasta Isla Chica, "todos corren por verla". Es una mañana que esta grabada a fuego en los corazones de los onubenses, es una de las citas más hermosa que tiene Huelva con ella misma. Es una mañana que el onubense, esté donde esté, en la lejanía, tiene su corazón puesto en la salida de la Hermandad de Huelva, se levanta esa mañana acordándose a casa instante de lo que en su querida Huelva está pasando. Por que es una mañana que desde la niñez se ha vivido con la intensidad que el hecho de que Huelva parte en camino al encuentro con la Virgen del Rocío se merece.
Pero no nos podemos olvidar que si esta ciudad se viste de fiesta, si de ella salen miles de caballistas, cientos de carros y miles de peregrinos, si a sus calles se echan todos los que aquí se quedan no es por una simple fiesta o manifestación, no es por tratarse de un día de feria o por haber estipulado en el calendario que ese va a ser el día de llenar las calles con alegría. Es el propio corazón del onubense el que hace que ese día sea grande, es el propio sentimiento de cada uno de nosotros el que hace grande la partida de la Hermandad de Huelva, todo ello es posible por estar empujado por la fuerza de la fuerte devoción que por nuestras venas corre a la Santísima Virgen del Rocío. Y no nos tenemos que olvidar, aunque eso es algo que aquí tenemos muy claro, es que la importancia que tiene esta mañana reside en la meta, reside en que se pone comienzo a un camino que acabará abrazado a una reja de rodillas clavando nuestras miradas en la que nos guía y nos ilumina, que todo esto tiene sentido por que existe un camino y existe un final del camino. Que salimos por que queremos llegar a sus plantas, y que sin eso, el resto carecería de significado.
Huelva vístete de fiesta, por que partes hacia el encuentro de la señora de Almonte, Buen camino a todos, y buena romería. ¡Viva la Virgen del Rocío!
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