Visiones desde el Sur

Guiñoles (II)

El desarrollo telemático nos ha dejado indefensos ante los poderes ocultos y muchos gobiernos

Decíamos ayer que los ciudadanos somos muñequitos de feria, guiñoles, o en última instancia espantapájaros que colocan en un lugar para asustar a los otros, a los que previamente les introducen opiniones vía remota a través de los artilugios audiovisuales o las redes sociales. Puros mecanos movidos por cachivaches tecnológicos que no controlamos, mediante los cuales nos dicen qué debemos comer, qué ver, qué soñar, qué vestir, pero sobre todo qué pensar, y esto sí que es peligroso.

El desarrollo telemático nos ha dejado indefensos ante los poderes ocultos y también ante los de muchos gobiernos que hacen con nosotros lo que desean manipulando los hechos a su antojo y buscando una rentabilidad partidista o personal, que nada tiene que ver con el interés general de una sociedad dada, sino con cuestiones espurias y crematísticas o de mantenimiento -o asalto, según- del poder.

Hasta ahora estos individuos estuvieron siempre en posesión de la emeth programática -de la verdad, de la firmeza o de la veracidad indiscutible- que les servía de guía para cometer desvaríos, puesto que habían llegado a ser conocedores de los manuales de buenas prácticas redactados por Thomas Morus, Nicolás Maquiavelo o el genio tenebroso de Joseph Fouché entre otros, y solo han tenido que poner en práctica la mántica necesaria para mantener a los administrados dentro del redil que les ha parecido más apropiado en cada época y en cada lugar del orbe habitado.

Pero, ahora, no lo olvidemos, el mundo se ha globalizado como jamás nadie pudo pensar hace tan solo treinta años, excepto los guionistas o escritores de ciencia-ficción, que siempre tomamos por locos y que como hemos comprobado no lo estaban tanto, no.

Y es hora de que vayamos aceptando de una vez ciertas cosas. Primero, que es necesario pensar, meditar, estudiar y leer mucho, si no queremos convertirnos en una manada de borregos que solo busca el lugar donde hay más hierba o aquel otro al que ordenadamente nos conducen. Segundo, que hoy la política se hace desde plataformas continentales al menos y que los reinos de taifa a lado alguno llevan. Tercero, que el cosmos empieza a visualizarse, queramos o no, a través de los rasgados ojos de un nuevo imperio: el asiático. Y, por último, que las políticas se dirigen desde grutas ocultas a la vista e incluso a la imaginación más portentosa. Todo lo demás son sueños de visionarios, de los cuales por desgracia disponemos de unos pocos.

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