La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Fuga a la privacidad

Salvo por el cese del terrorismo vasco no estamos mejor que aquella Italia políticamente descreída

En la Italia harta y asqueada de los años 70 y 80, la de los atentados fascistas de Orden Nuevo y los atentados comunistas de Brigadas Rojas, la del secuestro y asesinato de Aldo Moro en 1978, los atentados de Piazza Fontana de Milán (16 muertos) en 1969, el tren expreso Italicus (12 muertos) en 1974 o la estación de tren de Bolonia (85 muertos) en 1980; la de los escándalos de la logia masónica P2, el Banco Ambrosiano, los banqueros Sindona y Calvi -"el banquero de Dios"- que apareció ahorcado en el puente de Blackfriars de Londres… En aquella Italia en la que todo se preparaba para la disolución de los poderosos partidos comunista, socialista y democristiano, desaparecidos entre 1991 y 1994 tras el escándalo de corrupción del proceso Manos Limpias, y la llegada al poder de Berlusconi en 1994 -claro antecedente de Trump: Europa siempre se anticipa en lo peor-, se puso de moda, como respuesta escéptica y desesperada, la expresión "fuga nel privato" (fuga a la privacidad). Una variación moderna de la retirada al campo de los patricios romanos honestos asqueados por la corrupción imperial. Una forma de rechazo de la política y de refugio en lo personal. Que continúa en los actuales malos tiempos de gobierno de la extrema derecha de la Liga y los antisistema del Movimiento 5 Estrellas.

En la España de 2018 todo invita a lo mismo. Salvo en el cese de la violencia terrorista vasca -que asesinó hasta 2010- no estamos mejor que aquella Italia cuyo desmoronamiento no ha cesado desde los años de Berlusconi a los de Salvi. Escándalos de corrupción afectando a los dos mayores partidos no nos faltan. Golpismo catalán con políticos de tercera al frente nos sobra. Los errores, dimisiones, rectificaciones y torpezas del Gobierno de Sánchez no tienen precedente. El futuro político nacional representado por los liderazgos de Sánchez, Rivera, Casado e Iglesias es mediocre. El autonómico con Díaz, Moreno, Marín y Rodríguez no es mejor. El Supremo mete la pata hasta el cuello con lo del impuesto de las hipotecas y el Gobierno la mete hasta la coronilla presionando al Supremo sobre la prisión preventiva de los golpistas catalanes y el delito de rebelión.

Vivimos tiempos de huecos extremismos gesticulantes. En todos los órdenes. Y de luces menguantes. Mengua la luz de la razón -las Luces- como desde ayer mengua la luz por las tardes. Con la diferencia de que no amanece antes.

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