Gafas de cerca

Tacho Rufino

jirufino@grupojoly.com

Florentino y sus 'tolilis'

Como suele decirse, "no se ha hablado de otra cosa" desde que hace dos días las grabaciones que un periodista ha hecho bajo cuerda al presidente de ACS y del Real Madrid han sido filtradas a un periódico digital, que no ha dudado en publicar los insultos y duras descalificaciones personales y profesionales con los que Florentino Pérez se despachaba a modo contra lo más granado de su entorno en el club de fútbol de la capital: entrenadores, directivos y futbolistas que han contribuido a ganar copas de Europa, y una detrás de otra, a lo largo de sus dos dilatadas presidencias. Aquellos a los que elogiaba en público y con los que parecía tener una más que cordial relación reciben estopa de Pérez, y de la cruel, repleta de mala leche y desprecio ("subnormal", "hijo de puta", "tolilis", etc.). Como muchos otros aficionados que no somos -ni de lejos- de los omnipotentes y omnipresentes Madrid y Barça, soporto malamente la arrogancia exclusivista de este hombre de grandioso poder, al que supo llegar tras ser delegado de obras públicas de Madrid, concejal por UCD y director general de infraestructuras del ministerio de Transportes. De ahí saltó con inusitado éxito a la empresa privada, en esos sectores.

Pero a veces, por una especie de compasión por el diablo -que no simpatía, como se suele traducir la canción de los Rolling Stones-, el batacazo y el posterior escarnio público de una persona a la que no tragábamos nos hace sentir lástima por ella, e incluso ponernos de su parte, ante el oprobio y el cachondeo generalizado por un rehúse que lo retrata como alguien nada comedido, sino insultante, hipócrita o falso. En ocasiones nos asalta la caridad, la huida de hacer leña del árbol caído. No sé si le sucederá también al presidente.

Este ha sido un annus horribilis para el Real Madrid: cero títulos, revolcón y advertencia seria de la UEFA por organizar -sin éxito- una liga paralela de la élite europea, proyecto en el que sus aparentes socios del embarque aristocratizante lo dejaron tirado (¿era un plan?). También, ya vemos, lo ha traicionado el periodista afecto que le ha grabado mientras él soltaba bilis y perdigones de inquina sobre, un poner, un entrecot con foie o una copa de Vega Sicilia. Un amigo -es un decir- desleal, que obligará a Florentino a convivir con la guasa nacional y la vergüenza de haber sido descubierto como alguien muy lejano a sus buenas maneras: vicios privados, públicas virtudes. Práctica de la hipocresía que conocemos bien todos, ¿no? Toca tirar del famoso sofisma de las "palabras sacadas de contexto"...

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