
La firma
Antonio Fernández Jurado
“Y tú, más”
tribuna
AUNQUE ya pasaron a la historia del celuloide, las películas mudas o no dialogadas, en medio del histerismo producido, por el advenimiento del cine parlante (1929), no se debe de inferir de ello, pues según el comentario de aquellos tiempos, la cinematografía eliminaría, este cine hablado en lo sucesivo. De esta forma se comentaba en aquellas décadas anteriores, sin sospecharse lo que se avecinaba.
La película, Las luces de la ciudad, que fue protagonizada, por el mayor genio de la comicidad, como fue Charlie Chaplín Charlot, fue una prueba de ello. Este film, se presentó al público, cosechando un gran éxito de taquilla. Se trató en efecto, de una película sincronizada, pero sin dialogo.
¿Por qué, se continuó produciendo films no dialogados? La película muda, fue ante todo, un medio de expresión universal, y sin embargo, la parlante o sonora, tenían -según el criterio de entonces-, un campo de acción limitada, por el inconveniente de las dispersas lenguas.
Pero los cinéfilos, tenían la confianza de un devenir, en el que se vería el resurgir, por el interés de las películas habladas o sonoras, por la demanda constante, de un medio, que era de utilización universal.
Se consideraba, que estas películas, era una valiosa aportación del arte dramático, a pesar de sus limitaciones, pero se consideraba, como una adición, no como substitutivo. No se podía en aquellos tiempos, encontrarse, nada que pudiera reemplazar, a las películas que tanto se ha perfeccionado, como una forma de arte mímico, durante el relativo corto periodo, de veinte años, que cuenta de existencia el celuloide.
La pantomima, después de todo, ha sido siempre, el medio de comunicación universal, por tanto constituía todo un arte, donde la expresión del dialogo, se manifestaba, sólo con la mudez, la gesticulación y el movimiento.
Cuando ya en Huelva, fue introduciéndose en las pantallas, de nuestros cinemas, estas películas habladas, allá por los principios del año 1930, aunque aún persistía el cine mudo, mayormente en los cines de verano, pero por fin, empezaron a proyectarse en general, los filmes parlantes, con un medio de la mayor técnica cinematográfica, dándole vida a los intérpretes y a la música de fondo.
Fue, cuando un onubense, llamado Francisco Elías Rueda, con aspiraciones de ampliar sus conocimientos, por el Séptimo Arte, según le dedicó una amplia reseña, el periódico Diario de Huelva, de fecha, 12 de noviembre 1929 y posteriormente citado por escritores onubenses en la prensa, en otras fechas. Se entregó de lleno en sus estudios y meterse en esta nueva fase de la filmografía en películas sonoras, que estaban marcando un avance de expectación, en la innovación de este nuevo Séptimo Arte.
Es ya bien conocido y comentado, que Francisco Elías, pudo ponerse en avanzada, en esta nueva versión hablada del cine, en sus comienzos, llegando a dirigir, algunas de estas películas sonoras, de ambiente español, en las pantallas de nuestros cinemas.
Desde entonces, pasó a la perpetuidad el cine mudo y sin embargo el sonoro, fue siguiendo su cauce, cada vez con mayor técnica en su largo recorrido universal, pero hay que asumir, que está tropezando con la televisión, que le ha salido a su encuentro y ya sabemos como le va saliendo los resultados.
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