La otra orilla

Javier Rodríguez

¿Y el Ejército 'pa' qué?

He madurado. Ya me he hecho mayor y abomino de aquellas locas ideas de juventud que me hicieron luchar contra el militarismo, llegando, incluso, a jugarme la libertad por aquello.

A lo largo de todos estos años he comprendido que es necesario disponer de unas Fuerzas Armadas bien dotadas, con sus buenos fusiles, sus inteligentes misiles, sus acorazados, sus inquebrantables blindados, sus impresionantes portaaviones y sus marciales cabras y que para ello es necesario gastar miles de millones de euros, lo que haga falta.

¿Qué hubiera sido del pueblo libio, que vivía en el país más rico y con mejores indicadores de desarrollo de todo el continente africano, si no hubiéramos ido con nuestro Ejército y los de nuestros aliados a convertir aquello en un montón de escombros y un nido para mafias y grupos terroristas en el que el pueblo libio, por fin, pueden verse libres del horribilísimo Gadafi? ¿Qué hubiera sido del pueblo iraquí si aquellos señores que se reunieron en las Azores no hubieran lanzado el ataque contra Irak que le sumió en el más absoluto de los caos, pero libre del sátrapa Sadam Husseim? Gracias a los ejércitos (no sólo al nuestro, claro, no nos vamos a atribuir todo el mérito) y a la industria armamentística, en este momento hay activos en el mundo una treintena de conflictos armados que provocan millones de muertes y de desplazados, cientos de menores reclutados y violaciones de los Derechos Humanos de todo tipo. Una lástima que la ONU, la diplomacia, la cultura de promoción de la paz y compañía… hayan reducido el número de conflictos, porque si no, el número de guerras sería mucho más alto y ahí estaría el Ejército para demostrar su utilidad.

Bueno, no sé si engaño a nadie, no he madurado, me sigue pareciendo un despropósito que gastemos decenas de miles de millones de euros en máquinas para matar, no me sirve que justifiquemos ese gasto mandando a los militares a hacer tareas que corresponden a los bomberos o los trabajadores sociales… Me parece que muchas de las amenazas de las que supuestamente nos protege el Ejército son ficticias y me parece mucho más razonable avanzar hacia un mundo en el que, como dice el profeta, "las lanzas se conviertan en podaderas", en el que la prioridad sea resolver problemas reales como el cambio climático y no artificiales, como las fronteras o los problemas de seguridad que la propia industria armamentística genera.

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