Santiago / Hierro

Efemérides huelvanas de otros tiempos

Uno de aquellos años pretéritos que registró un buen número de noticias de resonancia para Huelva fueron las publicadas por la prensa onubense en La Provincia de aquellos años.

En una de sus páginas de este rotativo de 1930, se anotaba el habido fallecimiento del que fue general don Miguel Primo de Rivera, que entonces ostentaba la de Presidente del Gobierno de la nación, que por aquel tiempo de su compleja dictadura política nos dejó para beneficio de nuestra provincia, un buen número de carreteras de nuestra sierra, con una excelente pavimentación de su calzada, que aún muchas de ellas están perdurables.

En este mismo año quedó casi inaugurado el comienzo de la que se llamó carretera de la Punta del Cebo al igual que el balneario de Nuestra Señora de la Cinta, que se adentraba su estructura de madera en las aguas de la ría del Odiel.

En el mencionado año, del mes de agosto, se empezó a pavimentar la que fue llamada por el pueblo, carretera de Sevilla, desde el enclave de El Punto hasta la barriada de La Isla Chica. En la actualidad fue cambiada esta nomenclatura por la Alameda de Guillermo Sundheim.

Una de estas efemérides acontecidas de este año 30, en nuestra ciudad, fue la celebración de un acto de la entrega de un distintivo de la mayor importancia, como fue la insignia de la Medalla del Trabajo, otorgada al ilustre pedagogo y jurista don Manuel Siurot, que dedicó casi toda su vida a impartir a los jóvenes, su magnífica obra cultura, dedicada con mayor atención a la clase desfavorecida.

El señor Siurot, por esa su magnífica obra literaria y oratoria, recibió de los hijos de Huelva, sus paisanos; el homenaje merecido que se celebró en los salones de la Obra de los Hermanos Álvarez Quintero.

La medalla le fue entregada por el Gobernador de la provincia en representación del ministerio de Trabajo.

Sobre finales del mes de diciembre de este año historiado, se iba a llevar a cabo en la calle Carmen, de nuestra ciudad, la implantación del nuevo servicio de teléfonos automáticos, para que estuviera en funciones en los primeros días del mes de enero de 1931.

Por último, se había reanudado de nuevo las obras de excavación y relleno de los llamados "muelles definitivos", que daría un paso agigantado a la terminación de este muelle, por la mayor expansión de su suelo, que ya pavimentado, daría a este puerto la mejor envergadura con acomodo y fácil labor en su práctica de trabajo y mejor fondeo de buques mercantes y flota pesquera.

El señor Montenegro quedaría bien satisfecho de todo lo realizado que beneficiaría a Huelva.

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