El Malacate

Javier Ronchel

jaronchel@huelvainformacion.es

Doñana y el futuro de Huelva

El debate en torno a los regadíos se juega fuera y deja al margen la provincia y su gente, tan necesitadas de atención, soluciones y alternativas que permitan su esperado desarrollo ¿Y cómo se llega a Huelva?

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante su visita del jueves a Doñana. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante su visita del jueves a Doñana.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante su visita del jueves a Doñana. / Alberto Domínguez

Huelva ha entrado por primera vez en escena en el debate enconado sobre Doñana y la nueva regulación de los regadíos en su entorno. Cuando tanto se debate y propone en el Parlamento Andaluz, Sevilla; se responde y opina en Moncloa y el Congreso de los Diputados, Madrid; y se advierte y amenaza desde la Comisión Europea, Bruselas; por primera vez el partido se ha jugado en la provincia de Huelva, aunque sea de forma simbólica, más impostada que real. Pedro Sánchez, Alberto Núñez Feijóo y Juanma Moreno coincidieron el mismo día, en diferentes puntos y con el mismo tema en sus discursos. Porque aquí, no se olvide, se habla de un puñado de agricultores de cinco municipios onubenses, del medio de vida de muchas familias locales y, por supuesto, del incalculable patrimonio natural que tiene esa zona, del que es plenamente consciente la gente de Huelva.

El fondo del asunto, que es la reclamación de los productores que quedaron fuera de la regulación que ya se hizo hace una década, se ha convertido en un arma arrojadiza política, un objeto electoral, en medio de un pulso estéril que busca más la confrontación que una solución real para los afectados.

Lejos se ve un deseado acuerdo de consenso, que por las dimensiones y características del conflicto debería alcanzarse tras un análisis detallado, y haciendo partícipe a Bruselas, que juega en la distancia, demasiado vulnerable a la parcialidad.

Es momento de desprenderse de la hostilidad, de la demagogia y de los sesgos para poner en el centro, por una vez, de forma clara y directa, a las personas, los propios onubenses, y al territorio, que es mucho más que esa Doñana tan manoseada y desvirtuada en los discursos.

Llama la atención, en ese pretendido efectismo del presidente del Gobierno en su visita el jueves a la Estación Biológica, que se refiriera por primera vez explícitamente en sus declaraciones a “los onubenses” y a “Huelva”, subrayando al fin la identidad indiscutible del Parque Nacional con esta provincia, orgullosa y sufridora, al mismo tiempo, desde tiempos inmemoriales, en su asumida custodia y convivencia con el espacio.

Esta tierra está demasiado acostumbrada, por desgracia, a que se la maneje desde fuera a antojo. A que se disponga de ella y de sus recursos sin contar con ella, y sin dejar nada a cambio. Y aún hoy parece que se deba valorar que el presidente Pedro Sánchez venga a recordarnos que Doñana es “un tesoro de la biodiversidad en el mundo” y que anime a “visitar la provincia de Huelva y conocer Doñana”. Claro que sí. En ello estamos hace años. Más solos que acompañados.

¿Pero ha pensado el presidente cómo pueden llegar los españoles y europeos a la provincia de Huelva? El recurso más fácil y demagogo sería preguntarle si en Falcon, pero no debe ser el caso.

En esa tierra se está muy por encima de eso y hay cuestiones más sencillas y asumibles. ¿Quizá en AVE porque va a incluir a Huelva en esa red ferroviaria de alta velocidad tejida en toda España que la ha dejado aislada? ¿Puede que en nuevos trenes de media distancia o alvias con más frecuencias, sin retrasos, averías ni trasbordos en autobús? ¿Seguramente en avión, en ese aeropuerto privado que no aprueba pese a que no lo tiene que financiar? ¿A lo mejor con esa autovía que venga directamente de Extremadura sin pasar por Sevilla, en la salida natural al mar para los extremeños, sin necesidad de buscar Portugal? ¿O a lo mejor va a dar el visto bueno e impulsar la conexión ferroviaria transfronteriza con el Algarve portugués?

Hay necesidad de un acuerdo de consenso que también incluya para Huelva compensaciones

Pero entre esa dolorosa falta de inversiones en infraestructuras de comunicación que sufre Huelva, ese rechazo frontal a la regularización de las hectáreas de regadío que quedaron fuera de la ley de 2014 tampoco va acompañado de alternativas desde el Gobierno que den solución, cuando menos parcial, a los agricultores de los cinco municipios de Huelva, que son realmente los afectados. Ni tan siquiera hay una atención a los muchos problemas que tiene la agricultura onubense hace años y que no amenazan a Doñana. Y no son nuevas demandas, sino compromisos ya adquiridos por el propio Gobierno, como el trasvase aprobado a finales de 2018, que casi cinco años atrás sigue pendiente de ejecutarse en su totalidad. O, mejor todavía, la finalización de una presa, Alcolea, abandonada por una constructora sin llegar a cubrir una tercera parte del proyecto, y no retomada por excusas sin fundamento que esconden el rechazo de sus socios de Gobierno a la construcción de nuevos embalses en España. De nada sirve, parece, la sequía actual, que esa sí que es severa e implacable, ni tampoco que Huelva tenga unos índices pluviométricos más elevados que el resto, con mucha agua de lluvia perdida en el Atlántico, como sucedió en diciembre.

Mucho se dispone desde fuera del futuro de los regadíos y la agricultura de Huelva, uno de los pocos sectores que permiten tirar del empleo en la provincia, pero no se ofrecen soluciones ni alternativas ni otras ventajas o dotaciones ya comprometidas que compensen lo que se niega, quizá para paliarlo en alguna medida, aunque ello suponga que familias que llevan décadas de trabajo en armonía con el entorno tengan que buscarse la vida de otra forma.

A Huelva también hay que rescatarla, restaurarla, preservarla y asegurar su futuro con determinación. Con un Doñana Next Generation si hiciera falta.

Muchos se preguntan qué da Doñana a Huelva. No hay duda que el valor es alto, porque si algo saben los onubenses, y los pueblos del entorno del Parque, es que hay aquí un Patrimonio de la Humanidad del que enorgullecerse y con el que se ha aprendido a convivir, aunque las injerencias externas en el desarrollo de la zona alimente un sentimiento de rechazo cada vez mayor que no ayuda, aquí dentro, a que se calmen las aguas fuera.

Pero Huelva necesita desarrollo, necesita empleo y necesita mucha, mucha atención. No solo a sus regantes, a toda la población, cansada de ver cómo se le ignora y se le maneja sin recibir nada a cambio. Falta hace que en ese acuerdo que se debe buscar ahora incluyan un plan que ofrezca a Huelva todo lo que necesita, todo lo que tantas veces se le ha prometido y sigue esperando, que constituye una auténtica deuda histórica, mientras se le cortan las alas, se le prohíbe, se le maneja electoralmente y no se le compensa con ninguna alternativa.

El mismo jueves en el que desfilaron los principales actores del debate nacional, un agricultor veterano, octogenario y sabio, al recoger su reconocimiento a toda una vida dedicada a la fresa y los frutos rojos, vino a decir muy claro que no es momento de enfrentamientos: “Unámonos”. Unidad y consenso. Siempre con lo mejor para Doñana, por supuesto, pero con su gente, la de su entorno, en el centro, no al margen. Con los onubenses y con Huelva, de verdad, en la atención de todos los gobiernos: los de Sevilla, Madrid y Bruselas. Con actuaciones, hechos y compromisos ejecutados. Sin excusas y sin más dilaciones. Y con un Doñana Next Generation si hiciera falta. Porque a Huelva también hay que rescatarla, restaurarla, preservarla y asegurar su futuro con determinación.

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