Entre túnicas

M. CARMEN CÓRDOBA

Cuido a los hermanos

SE va acercando el día esperado, el día grande, por estas fechas ya se están repartiendo las papeletas de sitio en todas las casas de hermandad, algunas van incluidas en las cuotas, otras tienen que abonarse por separado. Con ilusión vestiremos la túnica, como si de una ceremonia se tratase, porque vestir el hábito nazareno tiene su magia, su encanto, es un rito, bien por costumbre, tradición o devoción. Con armonía, uniformidad, con la idiosincrasia de cada hermandad, en orden, en sincronía, el nazareno es una figura primordial en las cofradías. Pero, ¿qué está pasando en las hermandades? Cada vez se escucha más una frase muy socorrida, "este año no salgo", o bien dejo el "puesto o cargo" que ocupo, tal vez por controversia con la junta que esté en este momento o por otras circunstancias, y nos colocamos la chaqueta, vamos alrededor de los pasos, y son cada vez más los servidores que van por fuera. Y, si queremos que el cuerpo de nazarenos no entre en crisis, habrá que tenerle un mimo especial, y dentro de su anonimato, darle su sitio, porque lo suyo sí que es penitencia. Y, cabe preguntarse, si todos los hermanos forman parte de la nómina de una cofradía, porqué existen diferencias incluso en los precios de las propias papeletas de sitio, porqué a determinados hermanos se les ofrece bocadillos y a otros no, por qué sesiones de fisio para algunos (que creo que sí son necesarias, porque hay que cuidarse para meterse debajo de un paso), pero, ¿no tienen algias los sufridos nazarenos? Y eso sí que es penitencia.

Por tanto, igual que se tienen en cuenta algunos factores para grupos determinados, también para los nazarenos se debe tener una idea preventiva, es decir, prevenir tiempo en la calle, prevenir recorridos inexplicables, con vueltas y más vueltas, prevenir parones innecesarios, sin comprender que procesionar es caminar, adelanto en las salidas y recogidas después de la hora establecida, cansando a hermanos y al público en general. Porque, si bien es verdad, que nada nos debe turbar, que debemos hacer nuestra Estación de Penitencia, sin quejarnos, sin perder la compostura, sin llevarnos nada a la boca, sin salir de nuestra fila, sin girar nuestras cabezas, sin hablar, con altas temperaturas como se sufrió el pasado año (que ojalá tengamos también éste), con cirios torcidos, pidiendo clemencia por un sorbo de agua; así, a ver quién no llega al misticismo, superando lo terrenal y quién es el que no necesita un buen masaje por los dolores sufridos en todo el cuerpo, desde la cabeza a los pies.

El poco cuido del cuerpo de nazarenos, hace que cada vez sean menos numerosos y veamos a más niños en las filas, y qué sería del devenir de las cofradías por las calles sin nazarenos, como continuemos así, vamos a tener que buscar profesionales.

No se trata de buscar protagonismos absurdos, todos somos hermanos, y hay que dejar a un lado la afición, pues estamos aquí por devoción, y sólo nos debemos a nuestros Titulares, reconociendo una buena marcha, un nazareno con camisa blanca bajo su túnica con calzado apropiado, costaleros detrás de los pasos, seriedad y compostura, sin olvidar el sentido de la Estación de Penitencia, como pública manifestación de fe, donde el silencio y la oración deben estar presentes, con su contenido religioso, y con parada ante el Santísimo que es nuestra razón y fin.

Tags

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios