tiempo de academia

M. Enrique Figueroa Clemente

Profesor de la Universidad de Sevilla. Académico de Número de la Academia Iberoamericana de La Rábida

'Cristo Vive', del Papa para los jóvenes

Se dice continuamente que los jóvenes son el futuro. La pregunta que debemos hacernos es obvia: ¿Formamos adecuadamente a los jóvenes con nuestro ejemplo individual y colectivo? Una juventud formada en valores es imprescindible para afrontar los retos y contingencias que una sociedad debe afrontar. Los problemas actuales se resuelven con personas que fueron jóvenes hace un determinado tiempo. Me hago algunas preguntas en relación con los responsables del funcionamiento actual de la sociedad: ¿Recibieron la formación adecuada cuando eran jóvenes? ¿Es su comportamiento actual fruto de su formación anterior? El papa Francisco ha escrito recientemente (25 de marzo de 2019) la Exhortación Apostólica Christus Vivit, Cristo Vive dedicada especialmente a los jóvenes. Estoy convencido de que tenemos una juventud magnífica a la que hay que orientar y educar, una juventud con demasiados detractores sometida a mucha confusión en una sociedad hipócrita que busca convertir a los jóvenes en máquinas indiscriminada de consumo sin posibilidad de discernimiento.

El Papa invoca la fuente de la Iglesia, el Evangelio. Muchos jóvenes leen el Evangelio, otros muchos no. Hay que explicar a los jóvenes el mensaje revolucionario del Evangelio de Jesús, un camino de transformación de una sociedad con sombras y fisuras muy graves. Para el Papa, "La Iglesia necesita también recoger la visión y aun las críticas de los jóvenes". Resulta esencial acercar a los jóvenes al mejor Evangelio que nos expresa Christus Vivit. Dice el papa Francisco que la juventud no es algo que se puede analizar en abstracto. En realidad la juventud no existe, existen los jóvenes con sus vidas concretas. En el mundo actual, lleno de progresos, muchas de esas vidas están expuestas al sufrimiento y a la manipulación. Los jóvenes viven hoy un mundo en profunda crisis y hay muchos tipos de jóvenes. Por ello hay que buscar nuevas líneas y estrategias de acercamiento al Evangelio si creemos que es una fuerza transformadora, como fue el mensaje en directo de Jesús en su tiempo para todos los que lo escucharon, incluidos muchos jóvenes.

El papa Francisco habla en el documento de algo que, si bien afecta a todo el pueblo de Dios, tiene incidencia especialmente con los jóvenes: el ambiente digital. Nadie puede dudar de las enormes ventajas que tiene para el avance del conocimiento, y con ello la mejora de la sociedad, el mundo digital, y especialmente el acceso a la información que representa. Pero también hay profundas sombras. El Sínodo manifiesta que "se vive en una cultura ampliamente digitalizada que afecta de modo muy profundo la noción de tiempo y espacio, la percepción de uno mismo, de los demás y del mundo, el modo de comunicar, de aprender, de informarse, de entrar en relación con los demás. Expone el Papa que "Los medios de comunicación digitales pueden exponer al riesgo de dependencia, de aislamiento y de progresiva pérdida de contacto con la realidad concreta, obstaculizando el desarrollo de relaciones interpersonales auténticas". El dinero en juego en relación con la digitalización del mundo hace que, de acuerdo con el papa Francisco, se realicen formas de control tan sutiles como invasivas creando mecanismos de manipulación de las conciencias, con grave incidencia en los jóvenes y del proceso democrático. Una democracia quebrada, manipulada por intereses económicos, es un grave riesgo para el bien común.

La consideración de los mecanismos, sutiles o no, de manipulación resulta relevante, ya que los circuitos cerrados de información en plataformas de iguales exentas de debate entre puntos de vista favorecen la expansión de posverdades y falsas noticias, y la mentira, confundiendo especialmente a los jóvenes. A pesar de todo lo bueno del mundo digital, dice el Papa que "avanzamos en una cultura que ha perdido el sentido de la verdad y somete los hechos a intereses particulares". Para el papa Francisco "la inmersión en el mundo virtual ha propiciado una especie de migración digital, es decir, un distanciamiento de la familia, de los valores culturales y religiosos, que lleva a muchas personas -pensemos en los jóvenes hoy- a un mundo de soledad y de autoinvención".

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