La otra orilla

JAVIER RODRÍGUEZ

Consenso armamentístico

Ni el de la educación, ni el de las pensiones, ni el de la sanidad, el asunto que posiblemente genera más consenso a derecha e izquierda es el de la venta y compra de armas. Ninguno de los gobiernos democráticos se ha planteado que es buena idea reducir la compra y venta de plomo. O, si lo han hecho, lo han disimulado muy bien, porque el volumen de una y otra no ha parado de crecer en todas estas décadas.

Da igual que en el capítulo de las exportaciones encontremos entre nuestros clientes a, por ejemplo, Arabia Saudí, que mantiene una guerra con Yemen en la que han matado a más de 6.000 civiles, si con la venta de esas armas se mantienen 6.000 puestos de trabajo. Total, siempre ha sido así: entre muchos otros países, el gobierno de Felipe González vendió armas al Chile de Pinochet, el de Aznar a Colombia y Venezuela (sí, a la de Chávez), el de Zapatero a Israel o China, el de Rajoy a Arabia Saudí y el actual gobierno de coalición entre PSOE y Unidas Podemos ha seguido esa tradición de la que vamos teniendo información con cuentagotas, porque ya en marzo de 1987 el gobierno de Felipe González decretó el secreto sobre esta cuestión y, hasta ahora, cada uno de los sucesivos gobiernos españoles, incluido el actual, han avalado ese secretismo.

En el capítulo de compras la cosa tampoco ha dejado de crecer, ni siquiera en años de crisis: dos mil cien millones en carros de combate por aquí, un submarino en el que nos gastamos más de tres mil seiscientos millones por allá, otros pocos miles de millones en aviones… y así sucesivamente: un gasto inútil que nos prepara para amenazas ficticias y que, entre otras cosas, detrae recursos de las amenazas reales. Por poner ejemplos: según el Grupo Antimilitarista Tortuga, con lo que nos gastamos en 35 misiles, 8 tanques, 3 helicópteros, 3 cazabombarderos, 1 submarino, 1 avión invisible, 1 fragata y 1 portaaviones se podrían abrir cerca de 180 hospitales, que a lo mejor son demasiados y nos podemos plantear, sólo con ese ahorro, mejorar la atención primaria o dotar a las escuelas de más espacios y así poder reducir la ratio de las aulas.

Seguramente algunos dirán que soy un cuervo ingenuo y que, por un lado, necesitamos los ingresos de la venta de armas y, por otro, requerimos del ejército para atender incendios, inundaciones y demás catástrofes, pero me da a mi que para eso los misiles, las fragatas y los cazas sirven de poco.

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