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Campañas

Aceptemos el remanso de paz del sábado de reflexión para recuperarnos de tanto vituperio

Hoy acaba la campaña electoral de las municipales y autonómicas del 28 de mayo. Y habría que decir, que, es un verdadero placer para los sentidos. Porque, al menos quien escribe, está más que harto de escuchar sandeces. De regates cortos que a lado alguno llevan. De caras de póker y de discursos aprendidos y escritos por politólogos, o por los oráculos de turno: esos que diseñan las estrategias de cada partido y cuyas caras y nombres desconocemos, porque residen en el limbo de lo oculto. En la tramoya del escenario. Tras las bambalinas. En las trastiendas del poder.

Pero, esto es lo que tenemos y, además, como demócratas, hay que aceptar las reglas que de manera comunitaria nos hemos dado. El sábado es un día de reflexión, dicen. En muchos países la tal cosa no está prevista en sus constituciones. Aunque, en otros, sí. Dejémoslo estar, por tanto, y aceptemos ese remanso de paz para recuperarnos de tanto vituperio, tanta salida de tono, tanto hablar de lo que no toca -de lo que le atañe o debería interesar a la ciudadanía- y hacerlo sin embargo de cuestiones estratégicas para arrimar votos, las ascuas a sus sardinas y las mantas a sus sayos.

Se acabó por fin, la campaña, decíamos. Lo hará esta noche a las 24:00 horas. Al final del domingo y después del escrutinio, el mapa de los partidos que accederán al gobierno de los municipios, las diputaciones provinciales y de doce comunidades autónomas de España, habrá cambiado. Será otro. Distinto probablemente; de seguro no calcado al que fenece, al que cumple ese día con su mandato. Y estarán compuestos -en la forma y en el fondo- por quienes la ciudadanía haya decidido y los acuerdos de gobierno permitan. Algunos rectores de lo público y algunos partidos políticos de los que concurren a las elecciones, conservarán el bastón de mando. En otros casos, habrá otras componendas que deberían suponer otras miradas, otras formas de observar y de gestionar lo público: lo que es de todos, no lo olvidemos.

A partir de ahí, debieran acabarse las pamplinas y las zarandajas; las alharacas y los aspavientos; las poses y las estrategias taimadas; aunque, teniendo a ojos vista las generales, me temo muy mucho que las victorias y las derrotas de ese día, serán estudiadas con lupa el próximo lunes, a primerísima hora, para plantear cómo vender los resultados en su caso -sean los que fueren-, y comenzar a escribir el relato de cara a las elecciones generales. Es lo que hay.

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