
La firma
Antonio Fernández Jurado
¿Un país roto?
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Quizá lo mejor del actual panorama andaluz, y lo que más nos estarán agradeciendo en el resto de España, es que por fin las televisiones, la prensa y los tertulianos, abren con algo que no es Cataluña ni el procés. ¡Cuánta falta hacía esa cura, tener constancia de que el resto de España existe y posee algún tipo de vida propia! En menos de una semana las cosas de Andalucía han propiciado, gracias a las exigencias de Vox, un gran debate nacional sobre los efectos perversos de una Ley que debería proteger a la mujer y está consiguiendo criminalizar a todo varón, y han hecho ver a muchos la naturaleza cambiante cuando no oculta de un partido como Ciudadanos, más pendiente de la escena europea, de lo que pase en Madrid o Barcelona que de sus responsabilidades aquí. Pero también han patentizado la indudable bisoñez de Vox a través de un documento en el que lo mucho razonable y hasta necesario pierde gancho por la inclusión de dos o tres ocurrencias que, eso es lo grave, muestran bastante desconocimiento del sentir andaluz. Finalmente, esta semana nos han mostrado a un PP cuyo talante negociador y sensato le ha hecho ganar puntos incluso entre quienes hacía tiempo que se la tenían jurada.
El gran asunto que aletea en todo esto, una vez que Vox ha dejado claro que su apoyo tiene un precio, es si el futuro Gobierno de la Junta -que no tengo dudas de que acabará cuajando en torno a Moreno Bonilla- se propondrá un gran proyecto de regeneración democrática, social y económica de Andalucía o, por el contrario y cometiendo un error de enorme consecuencia, se limitará a un cambio cosmético que deje en pie lo esencial del régimen. Siempre habrá buenas excusas para conformarse con menos de lo mínimo: la previsible movilización de una izquierda todavía sonada pero que pronto empezará a golpear (atención este año al 28-F, fecha totémica para el socialismo, y al 8-M y su radicalidad feminista) o la supeditación de todo lo que debiera hacerse al exigente calendario electoral de este 2019. En unas semanas casi nadie se acordará del terremoto andaluz y todo serán encuestas y especulaciones sobre los principales ayuntamientos, la posible convocatoria de elecciones generales y el futuro de Europa. Fuera del foco, la tentación de no hacer nada y mantenerse a flote será muy grande. Por eso el momento de forjar la nueva Andalucía ha de ser, es ahora.
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