En los días previos al cabildo extraordinario la atmósfera venía cargada. Había nervios, inquietud y preocupación por acertar en las decisiones a tomar y no dar pasos en falso. Todos miraban con lupa a Almonte para saber si la Madre retornaba al Rocío. Una resolución nada fácil, no por falta de valentía, que de eso sus hijos andan sobrados, sino porque la procesión no tiene cánones y ello complica todo sobremanera. Al final, los hermanos supieron estar a la altura e imperó la lógica. Todo se desencadenará por mayo... y se fundirán los hombros para trasladar a la Virgen hasta las marismas eternas.
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