Vía Augusta
Alberto Grimaldi
La conversión de Pedro
Españoles, Franco ha muerto”, fue la frase que pronunció hace 50 años Carlos Arias Navarro para decirnos que el dictador había muerto. Desde entonces, una lenta construcción de una democracia para España, llena de logros y claroscuros. Y sí, medio siglo es una fecha redonda, quizás por eso se redoblan las retrospectivas en canales públicos y los eventos parafascistas de ensalzamiento, no podía ser menos dada la tensión política reinante, es un momento perfecto para valorar y hacernos preguntas. Valorar cómo hemos ido superando tantos años de neblina y represión, y qué nos falta; preguntarnos cómo es posible que afloren nostalgias del régimen, incluso entre quienes nunca lo conocieron, incluso entre quienes le deben todo a vivir en democracia. Yo nací un año antes de la muerte de Franco, podría decirse que he vivido toda mi vida acompañando la construcción de un estado postfranquista. Recuerdo, casi como una pesadilla, el 23 F, me mandaron para casa, y todo pasó rápido. He vivido la transición de un modelo de familia machista a otra igualitaria, y he experimentado un cambio profundo en la educación y sus posibilidades. He viajado, como no pudieron hacer mis padres con mi edad y, sobre todo, he pasado mucho menos miedo que ellos. Conocí los estragos de ETA, ya mis hijos no, y a decenas de sinvergüenzas que pasan por la política pública engañándonos, pero eso es algo universal, un mal común que es poco monto para todo lo que tengo. Sigo soñando y participando en la construcción de una justicia universal, incluso más allá de mis fronteras, hace más de cincuenta años bastante tenían otros soñadores con flirtear con acabar con la dictadura. Valoremos. Puede que muchos no conozcáis que Franco otorgó a Pinochet la Gran Cruz al Mérito Militar, y que incluso el dictador chileno asistió al funeral de Franco en el 75. Parece que se tenían admiración mutua. En Chile están a punto de encumbrar en el poder a Kast, un neofascista de tomo y lomo que llega raudo a lomos del caballo del miedo colectivo, entre loas indisimuladas al asesino de Allende ¿sería posible algo así en nuestro Estado? Esto es lo de la nostalgia, o más bien lo de la tristeza y falta de perspectiva. Chile está lejos, pero los errores a veces se contagian como en una pandemia; miremos si no a Estados Unidos. El miedo, la desesperación, el olvido o el hiperconsumismo son el caldo de cultivo perfecto para hacernos daño. ¡Ojo! que 50 años no son nada, y menos para volver al dolor; igual es momento de tomar postura.
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