Confabulario
Manuel Gregorio González
Narcisismo y política
Este verano me propuse la meta de leer más durante las vacaciones. Pero no el típico libro histórico o de comedia romántica que te ventilas en dos semanas, sino otro tipo de lectura. Una de esas a las que sueles acudir cuando necesitas una dosis de inspiración o, quizá, de aliento y que disfrutas sorbo a sorbo. Como siempre, me fui a la librería, me dejé llevar por la sensación del olor a papel nuevo y mientras mi madre se decidía por el suyo, escogí uno brillante en la estantería de cuyo nombre ya había escuchado hablar por el mismo número de fans que de detractores. Hábitos atómicos, de James Clear. No buscaba nada, pero sin saberlo, di con lo que necesitaba. La idea de septiembre, de la rutina y del bucle infinito de metas imposibles me atormentaba. Por eso, cuando comencé a desgranar este best seller sentí alivio. Sin hacer yo demasiado spoiler, sí quiero aprovechar que el curso arranca para compartir algo que me está ayudando y que no solemos ver por la velocidad a la que nos movemos hoy en día, por esa inercia a avanzar deprisa con ese “fomo” a no perdernos nada.
Estar más delgados este año, conseguir un ascenso en el trabajo, mejorar el nivel de inglés, ahorrar…son metas que ahora empezamos con ganas pero que soltamos demasiado temprano. Porque conseguirlo requiere tiempo y eso es justo lo que nos falta. Lo queremos ya, ahora, pero el éxito se trabaja, para desgracia de todos, a fuego lento. Y a veces, incluso tarda demasiado.
Ponía el símil el autor de un cubo de hielo en un cuarto cerrado. Una vela a su lado comienza a derretirlo lentamente. Primero -5 grados, -2, -1…aparentemente el cubito sigue siendo hielo por grados de menos que vaya perdiendo hasta que la vela, sin apartarse de su lado, lo coloca en 0 grados y comienza a fundirse. Solo un grado bastó para derretir a todo un cubito de hielo. La constancia del fuego y el paso del tiempo fueron los únicos ingredientes necesarios.
¿Qué pasaría si en lugar de centrarnos en el resultado nos enfocáramos en dar cada día tan solo un 1% más de lo que hasta el momento damos? Quizá el secreto de lo grande esté en lo pequeño, en pasos que no se ven, pero que nos llevan a adelantarnos. En creer en las carreras de fondo, en cambiar el vacío de un tuit por una nota a mano y la velocidad por intención, fe y mucho, pero que mucho trabajo.
También te puede interesar
Confabulario
Manuel Gregorio González
Narcisismo y política
La colmena
Magdalena Trillo
La no moda del alcohol
La otra orilla
Gonzalo Revilla
Inexplicable
Paisaje urbano
Eduardo Osborne
El sentido de la Navidad
Lo último