La tercera ola de la Covid-19 paraliza la actividad del Recreativo y las ansias de Calle, su viva complacencia como técnico de una tarea cuyo cumplimiento anhelaba especialmente y cuando su pizarra táctica estaba dispuesta para romper el síndrome externo ante el filial canario. No hay equipo que se libre de algún contagio, pero se concentran más en el fútbol catalogado como no profesional. La plantilla recretivista ha sufrido ya ocho casos y la pandemia deja cuatro partidos aplazados (jornadas 9, 10 y 12 del subgrupo A) que desvirtúa y condiciona la clasificación.

El virus también es la epidemia de la psicosis en los banquillos frente a un formato de competición de más equipos, más fases, mitad de partidos y superiores compromisos. Ya han 22 cambios en Segunda B, siendo el más significativo el cese de Pedro Munitis en la pretemporada del Badajoz, siendo agravante la cuesta de enero con 10 de ellos, los últimos Claudio Barragán y David Cubillo.

El Decano encontró en Antonio Sánchez de la Calle (42 años) el relevo más directo interno y el ascendido recibió eufórico sus galones como regalo retrasado y deseado de Reyes. Ahora lo disfruta al máximo en "vivo y en directo", de día en el trabajo y de noche en sus sueños como si estuviera entrenando por los pasillos de su casa. El cese de Claudio Barragán, como diana de todas las críticas, también produce un efecto bumerán hacia la responsabilidad de los jugadores. Calle se mete en el pellejo de cada uno de ellos (se retiró hace tres años y medio en el Villarrobledo en Tercera División) y trata de inculcarles dosis de autoestima para la reivindicación. Ya no vale andar por casa, si el Recreativo quiere ganarse el respeto y ser protagonista tiene por delante ocho finales sin tregua. Calle es su médico especialista de la UCI para su vigilancia y tratamiento grave. Un Recreativo estancado al que le urge un esprint duradero.