El primer examen por la crisis de resultados y por estar peleado con el gol. Ni hay que ser alarmistas, ni ponerse nerviosos. Tampoco es oportuno negar lo evidente, ni machacar desde el interior del vestuario con frases estereotipos: "Solo se han jugado seis jornadas, queda mucho por delante", "confiamos en el trabajo que estamos haciendo"... Si abrimos el baúl de los malos recuerdos, así nos fue en las últimas temporadas aplicando idénticos discursos sin predominar la autocrítica y la reflexión. Todos los equipos sufren un problema de adaptación, unos acompañados de los resultados sincronizan antes y otros acusan la rémora de la irregularidad prolongando sus dudas.

El Recreativo, que busca su orientación, se refugia en su predisposición defensiva, que ofrece resquicios por falta de contundencia en las acciones individuales rivales. La valoración es que no es capaz de generar una propuesta ofensiva que infunda disgustos y preocupaciones en el área contraria. Los dos primeros partidos del menú extremeño certificó máxima renta a su escasa productividad tapando sus urgencias creativas. Una euforia desmesurada por lo que se veía en el campo, sólo se hablaba de liderato y las comparaciones con otros inicios. Ahora, cuatro partidos sin triunfos y dos puntos, uno regalado por el portero del Real Murcia.

La referencia del equipo es la máxima confianza en José María Salmerón, la esperanza como una bocanada de aire fresco, que trata de que el equipo asimile nuevos conceptos con la base de crecer desde la defensa sin conseguirlo. El Jumilla completa el empacho de la carta murciana, un test que prueba la recuperación de sensaciones de un Recreativo obligado a una victoria, que sería buena para no caer más abajo y alentar el pesimismo. Por eso apremia refrendar la ilusionante puesta en escena del liderato efímero para el crédito provechoso que tanto atrajo a sus fieles.