La fuerza moral o la influencia de una afición: pasar del éxtasis del Nuevo Colombino a hacerlo ante un graderío externo sin tronío en estado placentero emocional. Divisar el horizonte de un objetivo debe fortalecer las decisiones en el terreno del Recreativo. La acción y efecto frente al San Fernando no debería repetirse si el reto pasa por estar a la altura de las expectativas fundadas. Ahora, el experimentado Salmerón, conocedor de la categoría, tiene que mediar en el apartado psicológico para asentar el proyecto ilusionante emanado desde el arranque de esta racha espectacular de 13 jornadas sin perder. Y también hay que estar preparado para levantarse cuando se encaje la derrota porque así es el deporte.

El Recreativo se tiene que sacudir el pavor del cuerpo y no ser un equipo fracturado incapaz de dar dos pases que deambula al son del rival y engullido en una presión ambiental que los mismos protagonistas exigen durante la semana como apoyo fundamental. Si no se adapta a este escenario privilegiado, difícil lo tendrá en este tramo donde hay que sacar a relucir lo mejor de cada uno. La reflexión de la plantilla es una respuesta coherente para mantener la autoestima. Este trance de encogimiento es una experiencia ya vivida e inevitable en este duro aprendizaje de lo que costará llegar con entereza al final del curso.

El Atlético Malagueño es un test importante esperado por el recreativismo para disipar cualquier duda del efecto temor. El filial tiene el peor ataque del grupo y ha despertado con cuatro puntos en dos partidos con dosis de calidad y descaro en busca del milagro salvador. La medicina ante el San Fernando debe servir de tratamiento preventivo recetado a tiempo para sostener las constantes vitales de un equipo ambicioso, concentrado y atrevido, además capacitado para soportar la responsabilidad. La urgencia del filial frente a la convicción del Recreativo.