Análisis

pedro j. morcillo azcárate

El sentido de las cosas

Quién de pequeño no ha jugado con una caja de cartón del revés, dos lápices cruzados a forma de cruz y un playmobil que la carga, con velas de cumpleaños en cada esquina a modo de hachones y flores de plastilina y con mucha más imaginación ha montado su cofradía? Creo que todo cofrade ha tenido una infancia así, porque somos diferentes desde pequeños, porque mientras otros sólo jugaban con sus coches y sus muñecos, nosotros a todo le veíamos forma de cofradía y todo tendría una función y un lugar en nuestra peculiar hermandad, sólo los que compartimos esta bendita pasión entendemos lo que estoy hablando.

Pero esos niños van creciendo, y van descubriendo el mundo real de las cofradías, comienzan a hacer amistades en esa hermandad con la que han soñado desde pequeños y su juego fabricado manualmente se va convirtiendo en realidad. En nuestros juegos nos daba igual el color de nuestros hachones, si las flores eran de plastilina, si en nuestro misterio de tribunal teníamos hasta un indio y algún que otro vaquero, o si nuestra Borriquita era un enorme caballo de pura raza. Con esa inocencia entramos en nuestras hermandades y es allí donde observando, escuchando y preguntado nos vamos formando en este complejo mundo de las Cofradías, suerte la de aquellos que a lo largo de nuestra vida nos hemos cruzado con grandes maestros cofrades, que con todo el cariño del mundo nos han corregido cuando nos hemos equivocado, cuando el empuje de la juventud nos ha hecho plantear una auténtica barbaridad pero que pensábamos que era lo más bien hecho del mundo.

Poco a poco vamos descubriendo cosas, y conforme lo vamos haciendo más ansias de aprender nos van entrando. Nos vamos dando cuenta de que todo tiene un sentido y un por qué, y sobre todo, que esto no es ningún juego. A nuestro San Juan de Famosa lo vestíamos según el retal de tela que tuviéramos a mano, al igual que hacíamos con María Magdalena en nuestro monte Calvario de papel charol, pero alguien en algún montaje nos explicó que a San Juan lo podemos reconocer por su túnica verde y su mantolín burdeos, que cada Santa Mujer tiene una característica o que los colores no son algo arbitrario, por poner algunos ejemplos sencillos. Es cierto que en este mundo cada día se aprende algo nuevo, y es ese sentido de las cosas lo que lo hace más maravilloso aún, pero para poder aprender hay que dejarse enseñar, ya que aunque a alguno le parezca imposible, nadie nace sabiendo. Pocas cosas hay más peligrosas para una cofradía que alguien con poder en ella y que no tenga la más remota idea de nada, ellos son los culpables de auténticas barbaridades (sobre todo estéticas) que vemos y observamos con dolor en nuestras cofradías. Y todo por pensar que en este mundo todo es totalmente arbitrario y que las cosas se hacen al simple antojo de uno, o unos pocos.

En esto de las cofradías hay que saber que los errores se pagan muy caros, que una hermandad no es tu juego con el que hacer y deshacer a gusto de uno, que lo que tenemos ahora y a nuestras manos llega es fruto del trabajo y el sacrificio de nuestros antepasados, que se dejaron la piel en ella. Aquel que sólo quiera jugar, que vuelva a sacar el playmovil y su caja de zapatos, y así sus errores sólo serán lamentados por los miembros de la cofradía de su casa.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios