Convendrán conmigo que la generalidad de las opiniones se manifestaron en el punto común de la buena plantilla que había hecho el Recreativo para la presente temporada. Y que a todo eso había que darle tiempo porque algunos de los futbolistas llamados a la importancia se incorporaron tarde, fuera de forma y de órbita. Levanto la mano en la suma en lo que a paciencia se refiere. Sencillamente porque todo precisa un tiempo de adaptación, de conocimientos mínimos. Y luego está el mensaje inicial del entrenador, consecuente y válido, directo, con los conceptos claros de lo que quería de su equipo.

Pasado el tiempo, diez jornadas, las dudas se comen aquella teoría y los mensajes han cambiado de color. Con los entrenadores hay que tener paciencia porque de lo contrario esto sería una locura. Pero haría bien Casquero en ir encontrando la tecla y en no variar ni un ápice el discurso. El caso es que hay plantilla pero no comparece el equipo ni las señas de identidad que deberían distinguirle.

Hasta el momento, ya lo escribí el otro día, casi todo se ha basado en la genialidad de algunos para solventar problemas que el colectivo no era capaz. Mal asunto este. No hay nadie mejor que todos juntos. Y lo dijo Menotti hace mucho tiempo. Cuando eres resultadista y los resultados no llegan, si no tienes fútbol no te queda nada. Algo parecido le está ocurriendo al Decano. Han desfallecido sus bandas y no encuentra otros recursos, luego eso determina que no haya plan. O al menos no le ha salido.

Lo más importante dentro de un colectivo es que tenga señas de identidad claras. Hay propuestas de todo tipo y para gustos, colores. Y después está el recorrido dentro del propio partido. El Recre es capaz de jugar bien un cuarto de hora y de hacerlo horrible el resto del choque. Y para colmo le penalizan los errores individuales. Casquero en la picota. Quién lo iba a decir a la décima jornada. Yo sigo creyendo. Pero al igual que mucha gente, necesito un gesto porque la época de rodaje ya va de paso.