Será que la edad le hace a uno menos paciente, será que hemos recibido tantos palos -pero palos, palos, palos, oiga; quienes no los han vivido no se lo pueden imaginar por mucho que lo intenten-, o será que la experiencia es un grado, pero lo cierto es que el que escribe tiene la sensación (seguramente equivocada, no lo niego, mas es lo que siento realmente) de que o el Recre termina de despegar justo en este momento o el hundimiento llegará sin remedio alguno a corto plazo. Y no hablo sólo de lo deportivo, que también.

Como todos sabemos, el club tiene pocos caminos para el arreglo; uno de ellos es que alguien ponga, casi a fondo perdido y con muchísimo riesgo, una inmensa tonelada de millones sobre la mesa, cosa que es bastante improbable vistas las experiencias recientes. De confirmarse la noticia anunciada por la cadena SER la pasada semana, ésa que habla de que el Ayuntamiento está cerca de cerrar el traspaso del club por un procedimiento negociado, no sería más que un síntoma de que el agujero negro en el que aún está inmerso el Decano se está tragando ya hasta las últimas esperanzas de una gestión normal. Y si ésta no es normal, para que este a veces maltratado club siga con vida se necesita mucho arrojo, algún que otro pajarito en la cabeza, bastante riesgo y muchísima suerte. Parece que hay quien está dispuesto a ese tipo de aventura, algo que a mí me agrada a la par que me sorprende (y asusta) por aquello del cuento de la lechera.

El otro clavo ardiendo, claro, es el deportivo. Un ascenso lo cambiaría todo, evidentemente, y nadie descubre la pólvora con eso, pero incluso diría que una gran temporada, esto es, luchar hasta el final aunque el salto al fútbol profesional no se produjera, también podría valer para evitar la muerte inminente, que es donde la lógica -y las cuentas- llevan al club. Una ciudad y gran parte de la provincia volcada hasta las trancas -otra vez- con su Decano pero, esta vez, luchando por algo bonito, quizás también serviría de estímulo vital para poder alargar el futuro de este club hasta que sonara la flauta y se consiguiera el anhelado salto. Llevarnos a esa lucha sólo depende de los de abajo... siempre y cuando el entorno no sea el temido caos de casi siempre. Ojalá el necesario impulso tomado en El Ejido no cese. Es el momento justo para volver a ilusionar.

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