Análisis

José Ángel González

La lucha de intereses

El mediocre siempre piensa que quien mete cuello está buscando un interés ilegítimo

El humano es, desde su origen, un ser interesado. Nos llega desde la cuna y nuestra evolución viene señalada por un comportamiento que lo busca a todos los niveles, desde el plano individual al colectivo. Sin interés por vivir no lucharíamos por defendernos cuando llega una amenaza ni aspiraríamos a tener un mejor futuro. Tan inherente es el interés en nosotros que sin él no existiría la curiosidad que nos hace superarnos cada día. En muchas ocasiones pensamos que los intereses están reñidos con la verdad o la autenticidad de las acciones. Y la lanzamos como crítica para desacreditar cualquier acción que podría mejorar nuestro entorno. Esto pasa últimamente con el Recreativo. Metemos en el saco todos los intereses de quienes están hoy dentro o fuera del club para tapar en muchos casos nuestras propias incapacidades.

El mediocre siempre piensa que quien mete el cuello por algo o alguien está buscando un interés ilegítimo en ello. La persona formada analiza los hechos para calificar las acciones. Los intereses rancios se ven a la legua, sólo hay que tirar de solvencia y capacidad. La gestión capaz, la que busca el rédito emocional y económico, muestra el bagaje y no esconde sus planes porque si alcanza el interés deseado se asegura el éxito del proyecto.

En el Decano, hoy por hoy, hay un gran choque de intereses. Unos tiran de la cuerda para un lado mientras que los otros lo hacen del opuesto. Y el Recre, como maroma de casi 129 años, va deshilachándose en esa pelea cansina.

Busquemos todos el mismo interés. Hoy por hoy no es así. Todos miran al Recre pero con diferente móvil; unos quieren conseguir un beneficio y otros buscan satisfacer una necesidad. Y mientras, la soga va apretando el cuello.

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