El líder sólido del grupo busca su refuerzo interno con más vehemencia. El Recreativo se halla donde quería estar y le exige su destino. Nada sabe mejor para una afición fetén. El primer tercio de competición cumple las expectativas fijadas, si uno dirige su mirada a la predisposición teórica de las estructuras y objetivos de los equipos elegidos a priori para fajarse en el puesto directo de ascenso, de ahí que la brecha abierta por arriba produzca un escalón en relación con las aspiraciones de otra parte de equipos que no descartan la sorpresa de conectar en su progresión y también señala como previsible la zona de batalla por la permanencia.

Ni el recreativista más exigente pone en duda la gestión de vestuario de Alberto Gallego, un desconocido por aquí que fue la apuesta de Daniel Alejo. No tenía cartel ¿quién es éste? ¿que ha hecho para entrenar al Decano? Las preguntas e interrogantes en una situación dramática. El técnico ilerdense no hace mucho ruido, ha conseguido un colectivo fiable y afianzado un estilo de adaptación a esta catacumba del fútbol amateur, simplifica sus ideas y de momento toca la tecla adecuada. Y es que hay un dicho tajante: "Jugar bien es ganar". Y es lo que sale en las estadísticas, dado que nadie se acuerda de los méritos o deméritos de un partido determinado.

El Decano todavía no ha ganado nada, pero dispone de los métodos para sortear las encrucijadas de los rivales que tratan de buscar su yugular. Y esta noche podría descolgar a un Xerez C. D. que también mira el ascenso como salvación económica, que en casa marca territorio como el Recreativo, pese al frenazo ante el Rota, pero fuera pierde fuelle acumulando derrotas en sus tres envites. Tres puntos de doble valor: numérico y psicológico. Un Recreativo invicto en guardia con la presión y responsabilidad dentro de su normalidad frente a un Xerez al límite en el miedo escénico del Nuevo Colombino.