Análisis

Juanma G. Anes

Del estado de infelicidad y del -poco- sentido del ridículo

Un periodista, Rubén Martín, definió de una manera muy singular la situación del Atlético de Madrid cuando Simeone se adueñó del banquillo rojiblanco: "¡Queda declarado el estado de felicidad!". Ese estado de felicidad responde, evidentemente, a la recuperación del orgullo y de la dignidad de los atléticos: han dejado de ser mediocres -llegaron a estar en Segunda y a sumar fracaso tras fracaso-, son protagonistas en España y en Europa, acumulan copas, partidos memorables… y hasta son más que molestos para esos dos monstruos casi inalcanzables a los que, alguna vez, les han mojado la oreja, aunque esas dos cornadas de Champions les dolerán eternamente, sin duda.

En nuestra casa, y tras todo el carajal vivido en torno al Decano en estos últimos años, del estado de ilusión declarado el pasado verano tras las increíbles y milagrosas salvaciones institucionales y deportivas hemos pasado a unos estados de desesperación y de infelicidad tan lógicos como preocupantes. Tras la puesta en marcha -otra vez- del reloj de arena con la nueva salida a la venta del club, el que venga (¿vendrá alguno?) deberá ser certero en lo económico, en lo deportivo y, que a nadie se le olvide, en el mensaje: sí, se puede vender ilusión sin vender humo. No es una quimera.

Y ya que de equipos grandes hemos hablado, un apunte: no se puede hacer más el ridículo que el que algunos hacen cada año por estas fechas cuando ponen el grito en el cielo porque hay personas en esta provincia, como las hay en cada provincia de Andalucía (en TODAS), en cada rincón de España y en el planeta entero, que festejan el título de un grande. Insultar de forma general a Huelva y a los onubenses porque seis personas (¡seis!) estaban el sábado junto a la fuente define la inteligencia de muchos. Oigan, que cuando el Recre asciende sale la ciudad entera a celebrarlo, pero es que cuando necesitó ayuda en el peor momento de su historia, que se dice pronto, entre todos evitamos su muerte, cosa que no han hecho en otros muchos sitios. Si hasta este curso el Decano ha tenido más abonados que toda la Segunda B, más que muchos en Segunda y que algunos de Primera… Qué manera de autoflagerlarse por gusto. Qué cantidad de complejos. No tienen remedio.

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