Hay una máxima en el mundo del fútbol (que nadie va a descubrir ahora) y que suele cumplirse en la mayoría de las ocasiones: los equipos que logran sus objetivos o son capaces de luchar por él hasta el final tienen, como norma general, una base más que sólida en el aspecto defensivo. Teniendo en cuenta siempre que la defensa no sólo depende de los de atrás, al igual que a un delantero no se le puede exigir 20 goles si sólo recibe melones de los suyos o si nadie de los de alrededor tiene las botas bien puestas, permítanme destacar a esos dos centrales del Decano que, hasta el día de hoy, se han convertido en dos monstruos casi inexpugnables: Iván González e Israel Puerto.

Reconozco previamente un par de cosas: puede que sea muy injusto situarlos un peldaño por encima de los que más han jugado en sus cercanías (Diego Jiménez, Andrade o ese ángel de la guarda llamado Marc Martínez, de quien llevamos hablando maravillas desde la temporada pasada y que ha ofrecido actuaciones inolvidables), pero creo ellos también merecen un subrayado. Y confieso que, a principios de curso, mis dudas sobre el rendimiento de ambos no se despejaban. Pero hasta eso han despejado ambos (y contundentemente, como no podía ser de otra forma). Como mi pedrada favorita por mil motivos, ya expuesta aquí en muchas ocasiones, es aquel Recre de Caparrós, no paro de comparar a estas dos fieras con aquellos dos pilares en los que se asentó el ascenso con el maestro Joaquín al mando: Bornes y Luci. Vaya temporadas dieron. Vaya pareja era ésa. Hoy González y Puerto se están postulando como sus dignos sucesores.

Con tanto mantra elitista que fija como único estilo de fútbol bonito el que saca el balón jugado desde atrás (¡cuántos puntos nos costó esa filosofía llevada al extremo el añito de Barjuan…!), a mí se me caen dos lagrimones de emoción, tan grandes como la estatua de Colón, cuando veo a defensas como ellos librarse de embrollos sin remordimientos si la ocasión lo merece. Seguro que de aquí a final de curso ambos fallarán, pero de lo que no me cabe duda es de que, si eso sucede, volverán a levantarse y a encontrar este nivel que casi raya la perfección. Por algo son intocables para Salmerón. Y por algo nos tienen encantados a todos.

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