Análisis

Rafael E. Romero García

Un año a recordar para siempre

Las fábricas funcionan porque miles de personas hacen gala de su profesionalidad

En febrero cumpliré 37 años de trabajo en el sector industrial (minería, química y energética principalmente), una labor por la cual me siento muy afortunado. Desde los inicios tuve la fortuna de encontrarme con grandes profesionales que me inculcaron aspectos laborales que han guiado en gran medida mi desarrollo profesional -afianzando también las enseñanzas que mi familia y mis profesores me dieron-, como a tener siempre presente las tres H (Humildad, Honestidad y Humor) o -y es este el tema que trato hoy- una acción conocida como "Lecciones Aprendidas", que se aplica en todos los ámbitos industriales: desde la prevención al medioambiente, pasando por la producción, el mantenimiento, la dirección, la logística y cualquier otro. En base a esa regla de lecciones aprendidas de todo lo bueno -para repetir, afianzar y mejorar- y de todo lo malo -para evitar su repetición como mínimo- que observamos en nuestro trabajo diario, no puedo evitar reflexionar sobre el 2020. Seré muy breve.

No podemos hacernos eco de las voces que nos animan a olvidar el año que dejamos atrás, a pasar página sin más. Todo lo contrario: no lo olvidemos nunca, aprendamos lo muchísimo que nos ha enseñado en todos los aspectos. Las pandemias están ahí, nos visitan periódicamente, a veces con menor éxito para ellas -como la Gripe A o el ébola, salvo en zonas muy localizadas- y otras con más éxito -como la peste negra, la mal llamada gripe española, o la que ahora nos asola-. Si de las cenizas que dejó la peste negra nació el Renacimiento, de la crisis del coronavirus debemos aprender a corregir algunos de los errores que estábamos cometiendo, y cuyas consecuencias podrían haberse minimizado si nuestra sociedad hubiera estado estructurada de forma más resiliente ante sucesos como este. Sucesos que, sin lugar a duda, volverán a repetirse.

Y como estamos aún en fiestas navideñas, siguiendo la costumbre que, con vuestro permiso, he adquirido estos últimos años, quiero enviar un recuerdo especial a esas personas que trabajan a turnos de forma silenciosa y cuya labor, generalmente, solo es reconocida por sus compañeros, familias y seres queridos. Hablo de los operadores y técnicos que trabajan en las fábricas para que nada nos falte. Porque muchas personas olvidan que una fábrica no son solo las chimeneas que salen en esas fotos nocturnas tan llamativas que vemos publicadas, algunas de las cuales, por cierto, datan de hace más de diez años, por lo que animaría a las entidades que hacen uso de ellas a actualizar el repositorio. Las fábricas funcionan porque miles de personas llevan a cabo su labor de manera continua, haciendo gala de la mayor profesionalidad, respetando, como no podía ser de otra forma, el entorno donde trabajan; un entorno en el que, recordemos, también viven sus familias y sus seres queridos.

Por ello, conviene recalcar que el hecho de pertenecer al sector industrial no los convierte en malas personas ni delincuentes. Son personas normales que quieren lo mejor para los suyos y para todos, y lo sé bien porque, de esos 37 años al servicio del sector industrial que comentaba al comienzo, casi treinta los pasé trabajando a turnos, comiendo el pollo de Navidad y las uvas de Año Viejo -si la planta lo permitía- en compañía de mis compañeros en lugar de relajado en casa con la familia. Por todo ello, quiero desearos a todos un muy feliz 2021, y que los Reyes Magos sean generosos con vuestros deseos y os devuelvan multiplicado por muchas veces todo aquello que les deseáis a los demás.

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