Elevado el estado de optimismo al infinito, vamos a suponer que al Recre le restan dos asaltos por la gloria. Le espera el Fuenlabrada, del que todo el mundo habla maravillas en concepción de aspectos que hacen a los equipos competitivos e indesmayables al desaliento. Sólo 21 goles en contra, lo que dice bien de su contención. Dos más ha encajado el Recre, cifra plausible, por lo que se miden, en primer lugar, dos récords defensivos porque no es fácil encajar una cifra tan baja. Por todo eso, se intuye una eliminatoria de pierna fuerte, batallas en todas las zonas del campo y nada de preciosismo. En esa faceta, precisamente en esa, el equipo de Salmerón se mueve levitando pies. No hay un equipo tan paciente en zonas sembradas de minas. Igual que el Fuenlabrada.

Puestos en modo pragmático, se miden dos equipos a los que le importará un pimiento el manejo de la pelota. Es contener y salir pitando. A ver quién corre más y a ver quién es el guapo que se queda parado. Dicho todo esto, el fútbol siempre ha sido y será de los futbolistas. Y aseverada la cuestión, no desprecien a los artistas, porque seguramente, tengan cosas que decir en la eliminatoria. Cuando un jugador está sobrado de clase y se mentaliza para correr, como es el caso de algunos artistas del Decano, entonces se multiplican. Es posible que en batallas así no reciten poesía, pero se les entenderán las frases. Y lo bueno sería, en beneficio del Recre, que los virtuosos aparezcan. Porque si la eliminatoria se va a decidir por detalles, como muchos intuyen, ellos son los que deberían poner acentos y comas, la pauta, en definitiva,

A estas alturas, si preguntas a la gente, una mayoría aplastante respondería que es igual cómo se ascienda pero que ascienda. El pensamiento es trasladable al Fuenlabrada. Pero apunten una cosa. El que mejor juegue tendrá más opciones de ascender. Ahora y siempre. Por cierto, el Recre no tendrá esta vez el aliento de su afición en el cogote, luego tendrá que intuirlo. Miles y miles de recreativistas estarán con su alma en Fuenlabrada. Y cuando uno siente eso, vuela, literalmente.

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