De desastre en desastre. Un tsunami arrasa las estructuras del Decano desde las reclamaciones judiciales económicas, luego subiendo por la planta noble del Nuevo Colombino donde Manolo Zambrano no cabe en sí mismo por todos los riesgos, después bajando al vestuario con presencia de Zamora hasta enlazar con el último eslabón profesional y el fin ascendiendo a la grada rompiendo la paciencia. La separación presencial de un vínculo entre todas las partes ha pasado a un divorcio en toda la regla tras la sentencia por las resoluciones en el terreno de juego. Ahora se necesita el triple salto mortal hacia adelante para resucitar a un equipo que huele a muerto.

Juan Carlos Pouso tiene experiencia en Segunda B por años y servicios. Y sabía a dónde venía. Y ahora es consciente de dónde está. El Decano exige bastante, premia en excelso en los éxitos y castiga sin excusas a los que cometen faltas graves. Ejemplo, advertencia y enseñanza. Esto es así en las grandezas y en las penurias. El Recreativo está representando una obra dramática desde el arranque del campeonato y los máximos culpables para el desahogo y castigo son los actores principales que interpretan tantos sucesos ridículos en los escenarios públicos.

Claudio Barragán, Antonio de la Calle, Juan Carlos Pouso se ocuparon y se ocupa, respectivamente, como directores de todo lo relativo a la planificación, orientación y preparación para las ejecuciones, siendo responsables de guiar, aconsejar y enderezar las tendencias y rumbos con el gobierno en el manejo de sus decisiones. Y entre todos los profesionales por falta de eficacia en la consecuencia de un propósito han provocado el arte de componer y produccir un espectáculo lamentable de abajo el telón, o bien, de afrontar la contingencia de ¿seguimos jugando o echamos el cierre definitivo? Tristeza, impotencia, desesperanza... sin huecos en el cuerpo para tanta jidama y de luto permanente.