El fútbol es un estado de ánimo y el Recreativo en estas semanas es un huracán futbolístico desatado. Más allá del merecimiento de sus últimos buenos resultados, la dinámica del Decano viene a confirmar que este deporte tiene un gran componente emocional, que abre puertas y derriba muros infranqueables.

Ahora todo parece fluir con naturalidad. Los errores caen siempre a favor del lado albiazul y los aciertos se suman con precisión milimétrica para el bando recreativista. La facilidad para ejecutar el juego y tomar decisiones que hoy impera en este equipo hay que mantenerla lo máximo posible. Nada es por azar, todo está muy trabajado, pero no es menos cierto que llegado el momento es cosa de todos no bajar el nivel ni un centímetro.

El Recreativo de Salmerón está mereciendo, por su compromiso, lo que ahora le está pasando. La afición se ganó ese derecho, por su perseverancia y empeño, desde mucho antes. Y la paz interior apunta a quedarse por unos meses en el Decano.

Por todo eso, es el momento de ser ambiciosos dentro del vestuario. Salmerón lo va a tener claro. Siempre un paso más. Siempre un poco más. Con lo pies en la tierra, pero con la convicción de que nadie es mejor que ellos.

Pero el Recre sí es mejor que otros muchos en algunos apartados futbolísticos. Eso lo sabe el aficionado que es consciente de que tiene en su mano la llave de la alegría. Euforia, toda la que quiera si eso revierte en gradas llenas, ánimo incansable y presión al contrario. Nadie mejor que los recreativistas para hacer de cada domingo una fiesta. Porque nadie, como nosotros, sabemos de donde venimos.