Análisis

Pablo Sycet Torres

Artista multidisciplinar

Más Cultura para los internos

Impulso para recuperar la actividad cultural de la que disfrutaban antaño las cárceles

Más Cultura para los internos

Más Cultura para los internos

Cuando esta mañana pase los controles pertinentes y entre en el Centro Penitenciario de Huelva para, excepcionalmente y de forma desinteresada, comentar con los reclusos las circunstancias en que nacieron algunas de las canciones que llevan mi firma, estaré adentrándome en una nueva experiencia de mi vida ya que, además de ser la primera vez que entro en una prisión, también será la primera ocasión en que comentaré los secretos íntimos de estas canciones que en su día escribí junto a Luz Casal, Fangoria, Germán Coppini, La Prohibida y Avíate!, entre otros, visualizadas a través de los videoclips que las hicieron populares más allá de los discos que las contenían y las emisoras de radio.

Abundando en ello con un ejemplo, puedo recordar que cuando arrancaba la última primavera del siglo XX, Luz Casal me convocó para escribir la letra de una canción compuesta para ella por Pedro Aires de Magalhães, líder y guitarra del grupo Madredeus: yo hice una primera redacción a partir de algunas sugerencias de Luz –según es costumbre en nuestras colaboraciones– y los versos que fueron surgiendo ya apuntaban a que aquella sería una canción de amor en toda regla, que terminaría llamándose Sentir, y sería una de las que difundieron su álbum Un mar de confianza, editado el 18 de octubre de 1999, cuando la industria del disco ya empezaba a hacer aguas.

Posteriormente, tras trabajar la letra codo con codo y cuando parecía que Sentir ya estaba vista para sentencia, Luz me requirió nuevamente para retomarla y hacer cambios en algunos pasajes de la letra puesto que, pensando ya en el rodaje de algunas escenas del videoclip que más tarde la difundió, necesitaba que le incorporásemos algunos nuevos registros que le aportaran un grado más de ambivalencia, para que aquel amor pudiera entenderse también como maternofilial, e incluso tuviese ese matiz social que acabó teniendo una vez redefinida y convertida en imágenes.

Pero lo realmente gozoso para mí en aquel momento fue comprobar que, pese a los cambios efectuados, Sentir seguía manteniendo en su escucha los trazos propios de una historia de amor abierta a cualquier interpretación, que se expandirá libre entre rejas esta mañana cuando yo le comente a los presos del Centro Penitenciario de Huelva como nacieron algunos versos que parecen incidir directamente en su vida cotidiana en prisión, porque los barrotes carcelarios les impiden ser libres mañana, tarde, noche y madrugada, salvo con el pensamiento, que siempre es libre: “Abre tus ojos a otras miradas / anchas como la mar. / Rompe silencios y barricadas, / cambia la realidad…”.

Pero para cambiar su realidad, más allá del concepto poético con que se la nombraba en esta canción y en algunas otras que también sonarán esta mañana entre las paredes del Centro Penitenciario onubense, para devolver a los presos su dignidad es necesario que esos aires de prosperidad que parecen regresar a las calles y hogares de nuestra geografía, después de la larga crisis que hemos padecido, devuelva a las cárceles la actividad cultural de la que disfrutaban antaño los presos –conciertos, conferencias, proyecciones…– antes de que el gran capital decidiera hacer caja nuevamente para dejarnos los bolsillos vacíos y el alma helada, otra vez más.

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