Cultura

Los pintores 'corrieron' el maratón

  • Antológica. El lunes se clausura en Nueva York la exposición Tres Generaciones de los Aguilera en julio de 2011 inauguró en su casa palacio de Ayamonte y que estuvo en Sevilla

Tres generaciones. Tres ciudades. Tres elecciones. El trípode de una muestra pictórica que el lunes se clausura en la QCC Art Gallery de Nueva York y que antes pasó por Ayamonte, la patria chica de Rafael Aguilera (1903-1998), Florencio Aguilera (1947) y Chencho Aguilera (1975) y por el convento de Santa Inés de Sevilla. En Nueva York se inauguró el pasado 12 de octubre y en este tiempo la ciudad fue sacudida por el huracán Sandy, que obligó a suspender por primera vez en su historia su legendario maratón, y vivió las elecciones norteamericanas.

Puede decirse que Griñán y Obama salieron airosos de sus respectivos envites electorales en el tiempo que los Aguilera han paseado su riqueza generacional por uno y otro lado del océano Atlántico. Ni Javier Arenas ni Romney consiguieron sus objetivos, aunque el primero ganó las elecciones andaluzas cuya campaña electoral se inició el 8 de marzo que se inauguró la muestra en el convento de Santa Inés. Todo empezó en Ayamonte el 30 de julio de 2011, el mismo día que Zapatero anunció el adelanto de las elecciones generales que ganó Rajoy al 20-N.

Igual que en Sevilla, los visitantes de la exposición en Nueva York se han encontrado con el texto introductorio de Enrique Valdivieso, catedrático de Historia del Arte de la Universidad Hispalense. "A veces padres artistas de gran talento han engendrado hijos de tan sólo mediana capacidad creativa y a veces, por el contrario, progenitores de discreta capacidad artística vieron crecer a su lado muchachos que con el tiempo alcanzarían la genialidad", escribe Valdivieso.

Además del apellido y la deuda que los tres tienen con la figura de Joaquín Sorolla -que pasó por Ayamonte pintando una obra de la pesca del atún que está en la Hispanic Society de Nueva York- a Rafael y Chencho Aguilera, el padre y el hijo de Florencio, el artífice de esta exportación del arte andaluz y de la imagen de España, les une que abuelo y nieto hicieron en tiempos muy distintos carteles para el Carnaval de Ayamonte.

Faustino Quintanilla, director ejecutivo de la QCC Arte Gallery de Nueva York, compara a Rafael Aguilera, decano de la estirpe, con Alfred Hitchcock por su sentido del humor, su afición a aparecer en algunos encuadres y por dar más importancia al contexto que al estilo. Rafael Aguilera, que en 1919 conoció a Sorolla en la fábrica de conservas Hermanos Feu, debió ver alguna película de Hitchcock en el cine Cardenio, junto a la plaza de abastos con sus dos calenterías. Más personal es la vivencia de Esperanza Aguilera, nieta de Rafael, que le prometió uno de sus cuadros de gigantes y cabezudos como regalo de una boda a la que no le dio tiempo a asistir.

Quienes frecuenten las playas de Punta del Moral, Isla Canela o las del Algarve más próximas a la desembocadura del Guadiana se reconocerán en los paisajes de litoral de Florencio Aguilera. El comisario Quintanilla, que tiene nombre de personaje de Berlanga, lo califica de "modernista o neoimpresionista", aunque su gran cualidad es que "evocando a Hans Hofmann, transforma la realidad física de los sentidos en una realidad espiritual".

Chencho Aguilera nació el año que murió Franco. Un abril después del abril portugués de la revolución de los claveles. "En lugar de inspirarse en Manet o Van Gogh", dice Quintanilla, "ha buscado la inspiración en diferentes géneros de cómic, como el Manga japonés". Ayamonte. Sevilla. Nueva York. Y pronto, Madrid. Su anfitrión neoyorquino valora la huella que allí han dejado. "Los Aguilera no deberían tener miedo a ser olvidados. Su obra es la encarnación de todo lo español".

El abuelo se murió sin conocer Nueva York, la ciudad evocada por Lorca y Paul Auster en la que se va a tomar una prórroga artística su nieto Chencho, que pese a su nombre no tiene miedo a perderse en la urbe por antonomasia para perfeccionar ese afán artístico que describe su hermana por mezclar la denuncia y la esperanza. Un 15-M con los ojos del Guadiana.

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