Cultura

espías intemporales

Que Salt, película sobre la que hoy vuelvo y que ha sido uno de los sucesos taquilleros de las últimas semanas, es un trasnochado refrito o un subproducto de las películas de espías, contraespías, dobles o triples espías de los años sesenta-setenta, y tal vez anteriores. Algo que ya insinuábamos en nuestra crítica del film publicada aquí el pasado jueves día 2. Lo que sí dejábamos claro es que la historia de Salt, tiene el trasfondo de los relatos de la guerra fría, si bien en todo tiempo, como trata de demostrar la película, los espías hacen su trabajo y ello lo evidencian acontecimientos que, de vez en cuando saltan a la actualidad. Y siempre, o casi siempre, entre rusos y estadounidenses, como en este caso vemos.

Lo de menos es la historia que una vez más pone en juego la apasionante conspiración para quitar de en medio nada menos que al presidente del país. Lo digo porque así el argumento tiene un cierto carácter intemporal, pero en el fondo nos recuerda mucho a los casos popularizados por el cine de James Bond y agentes similares o más por su estructura narrativa y lo dinámico de su desarrollo a la última saga de Bourne, El caso Bourne (2002) y sus dos secuelas. No nos extraña por ello que muchos espectadores se hayan preguntado, viendo la película, como no ha sido un hombre su protagonista, cual ha venido ocurriendo hasta ahora.

Convertida en héroe de acción Angelina Jolie, con fuerte atractivo de cara a la taquilla, sigue las pautas de un guión hecho a su medida, convirtiéndola en agente sospechosa pero absolutamente invulnerable, incombustible, imbatible e inasequible a las más peligrosas circunstancias. Pero ese guión, que siendo muy eficaz para las intenciones que abriga la película, evidencia una ostensible falta de imaginación de su autor, sólo compatible con la ausencia absoluta de originalidad de su realizador, Phillip Noyce, quien recurre a una serie continuada de lugares comunes propios del género. Es cierto que hay oficio en la resolución de algunas escenas bien rodadas y montadas, pero son tan habituales en este tipo de cine, que el espectador está convencido de haberlas visto cientos de veces en la pantalla.

Es de muy poca credibilidad esta historia de Evelyn Salt, agente de la CIA acusada de trabajar para la desaparecida Unión Soviética, empeñada en demostrar su inocencia y a la vez poner al descubierto una compleja trama internacional para promover nada menos que la III Guerra Mundial. El caso es que su protagonista, Angelina Jolie, cuenta con todos los beneplácitos de los artífices de la película para que luzca todo su palmito y las habilidades consiguientes. Ella es a todas luces el principal reclamo del producto.

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