SÉPTIMO FESTIVAL FLAMENCO CIUDAD DE HUELVA

Tomate en rama

Tomatito durante el concierto en el Gran Teatro de Huelva.

Tomatito durante el concierto en el Gran Teatro de Huelva. / Rafa del Barrio (Huelva)

José Fernández Torres, Tomatito, pasó casi dos décadas al lado del Príncipe de los gitanos y juntos crearon una de las parejas más icónicas de la historia de la música popular. Su vínculo se mantuvo desde finales de los setenta hasta prácticamente el fallecimiento del cantaor de San Fernando, toda vez que su relación profesional con Paco de Lucía se disolvió a partir de La leyenda del tiempo, ese disco que muchos aficionados llevaban a las tiendas a devolver, porque decían que ese no era su Camarón.

Hace algunos meses que lleva el Tomate recorriendo España, sumando colaboradores a su proyecto musical Viviré, arrastrando fans camaroneros entregados en cuanto suena aquello de “Señor alcalde mayor, no pegue usted a los ladrones”, o “flores silvestres del campo”, aunque en su elenco tiene claro que había de estar sentado su hijo José a su izquierda, a la segunda guitarra: José del Tomate. Precisamente en un espectáculo que parte del graderío de Huelva convirtió en un acto de reivindicación de su Niño Miguel (tío de Tomatito y miembro de la parte de la saga que no recaló en Almería), al niño de Tomatito le correspondió uno de los momentos cumbre del concierto: la interpretación de aquella soberbia zambra titulada Embrujo y magia, que el guitarrista onubense incluyó en 1976 en Diferente, su segundo elepé.

Si el gitano rubio se fijó en el guitarrista de Almería para, digamos, desarrollar la segunda parte de su carrera, la cuadratura del círculo artístico parece cerrarse con el guitarrista de Almería recurriendo a Juan Rafael Cortés, Duquende, cantaor oficial en las giras de Paco de Lucía durante sus últimos 20 años, y heredero natural del estilo de Camarón.

Con el cante de Duquende he vivido todo tipo de experiencias a lo largo de los años. Desde desencuentros, por no decir espantás y desapariciones (aquel verano en Cartaya), hasta experiencias iniciáticas con más expectativas que otra cosa (Lepe), pasando por presentaciones ilusionantes y aquel maravilloso disco (Samaruco) que me abrió los ojos a lo que se podía hacer con buen tino en una industria discográfica bastante prescindible por lo general, a día de hoy, para el amante del flamenco. Si tuviésemos que resumir lo dubitativo de su trayectoria con la importancia de su figura, la película se llamaría algo así como Vocación temprana, profesión tardía.

José del Tomate, segunda guitarra, la saga continúa. José del Tomate, segunda guitarra, la saga continúa.

José del Tomate, segunda guitarra, la saga continúa. / Rafa del Barrio (Huelva)

Duquende mezcla con mejor acierto que en otras ocasiones, para homenajear a Camarón, la faceta melismática con la rabia, el matiz con la fiereza, haciendo Romance del Amargo, cantes de levante y seguiriya muy corta para mi gusto. Intentándole adelantar por la derecha aparece también la otra voz de la noche. Antonio Reyes se apropia durante unos minutos de Rosa María (los míticos tangos), la Nana del caballo grande (otra vez Lorca) y unas alegrías propias de un chiclanero elegante como lo lleva a gala.

Es el resto del repertorio instrumental, sin embargo, el que conlleva más interés y número de aplausos para la figura protagonista, que arranca con toque por tarantas y se acuerda de Too much, aquella balada compuesta con Michel Camilo, el pianista de Santo Domingo. En la parte central, hace un guiño a Entre dos aguas de Paco de Lucía, y juguetea con el Concierto de Aranjuez. Pero la verdadera sorpresa, a mi parecer, la protagoniza el auténtico tapado de la reunión. Uno de esos veteranos secundarios de lujo cuya carrera hubiera merecido un buen empujón y mejor suerte, porque desde luego, el cante de Morenito de Íllora es de una fuerza apabullante que tira patrás. Y así se luce en la ronda de tangos final como fin de fiesta.

Palmas flamencas en el Festival de Flamenco Ciudad de Huelva. Palmas flamencas en el Festival de Flamenco Ciudad de Huelva.

Palmas flamencas en el Festival de Flamenco Ciudad de Huelva. / Rafa del Barrio (Huelva)

A modo de resumen, lo mejor de la cita en el Gran Teatro, el elenco de figuras en escena y su profesionalidad fuera de dudas. El inconveniente (si puede llamarse así), el lógico que conlleva articular una velada de este tipo: articular una serie de cantes que, si no son ni están en la boca de José Monge, Camarón de la Isla, no cobran todo su sentido. Porque esos cantes forman parte de una idiosincrasia, de unos gestos, una estampa, que nos es cercana, pero pasada. Perenne, pero pasada, al fin y al cabo.

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