Cultura

El becado Jorge Hernández

Desde tiempos inmemoriales, allí donde la memoria no alcanza, pongamos desde finales del siglo XIX, la Diputación Provincial, como también el Ayuntamiento capitalino, beca a jóvenes artistas locales. De aquel lejano pasado al hoy presente, las becas se han mutado desde el precioso y generoso concepto de bolsas de viajes, por entonces no existían ni los low cost ni internet, al concurso/certamen y, posteriormente, a la remuneración por trabajos a realizar o en vía de realizarse o, por qué no, ya realizado.

En la generosidad de la Diputación, siempre abierta a la diversidad y a la interculturalidad, las becas Vázquez Díaz, que así se llaman de un tiempo no muy remoto a acá, el organismo provincial, tal almuédano, convoca a la participación a artistas de pagos propios, vecinos y lejanos. Ah, matizo, pagos de nuestra Andalucía (por España y la Humanidad). Si el recordado políglota Pepe da Rosa aún estuviera vivo para descifrarnos los reality show culturales de la actualidad, los resumiría con un desde "el cabo de Gata a San Silvestre los artistas buscan becas erre que erre". No confundir erre que erre, que es más propio de Paco Martínez Soria, con ERE que es más propio de … de… Perdonen por la amnesia transitoria de los puntos suspensivos. Los partos y la edad satisfactoriamente menopausia originan estos dislates memorísticos. Continuemos pues.

Es cierto que hoy todos somos iguales, que las fronteras deben dinamitarse, que todos somos hijos de Dios, que, como todo Dios, que es igual al Uno, quiere lo mejor para sus hijos y, como hijos que somos, debemos obedecer para no recibir la reprimenda y el sempiterno destierro del Dios Padre Todo Poderoso. Recuerden el pasaje de Eva, sí la compañera del compañero Adam. ¡Mujer tenía que ser para hacer caso omiso a la palabra Dios! Ya saben, por ir de original por la vida, por andar por otro camino, por ser amiguita de otros mitocondrianos, por comer, como Sandro Giacobbe, del fruto prohibido, ¡toma ya!, fuera del Paraíso.

Todo esto de la igualdad y de la universalidad tartésico-turdetana-dobuona está muy bien. Solidario. Guay, diría. No existen fronteras. Huelva es parte del mundo mundial desde nuestra Andalucía. Pero con la razón entre las páginas del Torah, la Biblia, el Corán, la Guía del Militante de JSE y Mafalda + Snoopy, ¿no sería más consecuente becar sólo a los hijos nacidos o residentes en el suelo provincial para que 'aviven el seso (con 'ese' y si quieren con 'equis') y despierten contemplando' en otros lugares de ese mundo mundial que pese a internet aún es necesario visitar in situ? ¿Se imaginan que la Diputación, en su discreción secular, alzara puentes, trazara carreteras o inaugurara congresos con tintes de simposios en tierras indálicas)? Perdonen mi insolidaridad, pero va a ser que no. Pues… igual.

Insisto, una vez repasado la procedencia de los becarios últimos de las becas Vázquez Díaz. Andalucía, junta, existe. En cielo y tierra. Sur toda. Orgullo, por supuesto. Pero me gustaría que ayudáramos más a los nuestros, a los de Huelva. Quizá peque de torpe provinciana. Seguro. Pero, en los últimos años, comprobamos proyectos premiados a Javier Calleja, David Escalona, Sebastián Conejo, Colectivo Vendeval, Miguel Solero, Clara González, Jorge Yeregui, Elo Vega y Rogelio López Cuenca. De Huelva, uno, según su DNI o su afiliación a la SS. Seguridad Social, entiéndase. No he querido revisar las edades, pero me temo que algunos cuentan con una cercana a la prejubilación. Sin desaconsejar ERE o ERTE. La mayoría, sin duda, lejos ya de ser colegial, bachiller o licenciado.

Bueno, dejemos atrás a mis pensamientos incívicos, réprobos y cuasi xenófobos, políticamente incorrectos, confieso, y acudamos al título del artículo: el becado Jorge Hernández. Si esa memoria que tanto me señala no vuelve a mutarse en Guadiana, es la segunda vez que Hernández acude a estas páginas de crítica de Arte de Huelva Información. Aquella primera, con motivo de una interesante exposición en la sala José Caballero de su Punta Umbría natal, como la presente encuentran el mismo afán, destacar el ingenio y la virtud colorista de un pintor de Huelva que no tiene miedo de rendir culto al Arte sin depender de otro sustento dinerario.

La obra de Jorge Hernández juega con la inteligencia y con la creatividad del arte de la pintura puesta a disposición del color. Color sin miedo. Valiente. Sincero. Lo demás… son juicios humanos. Esperemos lo que tengamos que esperar para ver el trabajo becado por la Diputación en la Sala del Siglo XXI del Museo de Huelva. A lo mejor, qué gran noticia, podemos disfrutarla en un espacio dedicado en exclusividad en la Gran Vía. Pero… eso sí, que no sea en el hall de la institución, que queda un poco mal, Sr. presidente y Sra. diputada del ramo (de flores), entre tanto mármol y marmolina. Tomen nota.

Why into the wild, así se llama el proyecto, parte de un libro del periodista norteamericano Jon Krakauer. La idea, ficción y realidad a partes iguales, es magnífica. Y sin saber aún el resultado, estoy segura que nos volverá de nuevo a sorprender. Sabe pintar con colores, y no es baladí la frase, y sabe imaginar e interpretar las lecturas, uno de los mejores procedimientos para seguir cultivándose. Además, no tendrá mal de altura. Jorge Hernández donde la imaginación es realidad. Y esa realidad le da el color de la vida. En nada salvaje.

Si no termino de esta manera, reviento en canal como el buey de Rembrandt. Desconozco si Vázquez Díaz, o Pepe Caballero, fue becado por institución local alguna, pero no sé qué cara y qué gesto hubiera puesto si Álvarez de Sotomayor, Zubiaurre, Arteta… o Cristiano Ronaldo hubiesen sido agraciados con una bolsa de viaje. Está muy bien ser solidario con los 'negritos del África tropical', pero en Huelva también hay mucha hambre. Eliminemos nuestro pesar y luego Dios dirá.

Jorge Hernández es de Huelva. Y me alegro que nuestra Diputación le beque. Más de Huelva, por favor.

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