Alba Flores: “En mi familia teníamos miedo de abrir heridas si hablábamos”

La intérprete estrena ‘Flores para Antonio’, un documental en el que invoca a su padre 30 años después de su muerte.

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Alba Flores regresa a la música, una puerta que había cerrado en su vida, con este documental. / D. S.
Braulio Ortiz

28 de noviembre 2025 - 06:30

Alba González Vila, Alba Flores en su nombre artístico, gestionó durante mucho tiempo con “enfado” el recuerdo de su padre, fallecido cuando ella era una niña, abrumada por las preguntas que le inspiraba la sensibilidad doliente de su progenitor, la adicción y la tristeza que acabarían con él. Ahora, la actriz estrena en salas Flores para Antonio, un documental producido por Movistar+ y dirigido por Isaki Lacuesta y Elena Molina cuya grabación ha sido para su protagonista y narradora un viaje sanador en el que ha roto el silencio familiar y recuperado su propia voz. Un homenaje, cuando se cumplen los 30 años de la muerte de Antonio Flores, a un músico honesto y un actor siempre creíble que fue, además, ante todo, un hombre bueno. Alba Flores, que presentará la película en dos pases especiales programados el 7 de diciembre en el cine Cervantes de Sevilla, comparte en esta entrevista la emoción que ha supuesto este reencuentro con su pasado.

Pregunta.–En los créditos finales da las gracias a su familia por haber respetado sus “tiempos” y su “camino”. Esta película podría entenderse como la culminación de un largo proceso.

Respuesta.–No sé si podemos llamarlo culminación, pero desde luego nunca he hecho nada tan importante como esto [ríe]. Es lo más heavy a lo que me he enfrentado. Yo lo percibo como algo que tenía, que teníamos que hacer, y ahora me noto mucho más tranquila, ligera de peso. Libre para seguir eligiendo mi propio camino.

P.–Su prima Elena le confiesa que en la familia sentían que debían pedirle permiso para hablar de Antonio. La grabación del documental ha roto ese silencio.

R.–Sí, había mucho respeto al dolor de los demás, una precaución para no abrir heridas si hablábamos de mi padre. Yo no me sentía invitada a tener este tipo de conversaciones, y, fíjate, al final estaba todo el mundo deseando tenerlas. La vida es muy curiosa...

P.–En el retrato que hace de su padre este filme asoma un hombre bueno. Su tía Lolita dice que a su hermano “le dolía el mundo”.

R.–Sí, Sílvia Pérez Cruz habla de la “fragilidad del poeta”. Y no es que fuera sensible sólo con él y con sus temas personales, también le importaba el sufrimiento ajeno. Esa honestidad se aprecia también en la manera en que llevó su carrera musical: yo creo que fue muy fiel a sí mismo. Eso se advierte en cómo le habla al público, en lo que cuenta en sus canciones. No hay disfraz. Era un hombre sincero, transparente. Y creo que se mantuvo leal a su impulso creativo: no quiso ser otra persona, no se dejó arrastrar por las modas o lo que imponían las discográficas. Fue, ante todo, el músico que sentía que era.

Alba Flores, con su padre, en una grabación casera. / D. S.

P.Flores para Antonio reivindica la trayectoria de su padre en el cine. En los fragmentos que aparecen de sus películas desprende una increíble fotogenia.

R.–Y aparte, qué buen actor era. Yo veo Colegas (Eloy de la Iglesia, 1982) y mi tía Rosario y él eran dos chavalines, pero hacen escenas muy difíciles y resultan muy creíbles, con una naturalidad que no tienen muchos intérpretes. Yo ahora sé la complejidad de esto y valoro su trabajo. No sé si se sintió respetado en esta faceta. Como músico sí, pienso que al final de su vida se sintió admirado, pero como actor no lo tengo tan claro. Y era estupendo, la verdad. En mi familia la música ha eclipsado lo demás, pero mi padre, mis tías, también se entregaron a la interpretación en cuerpo y alma.

“Hablar de las drogas de una manera adulta es todavía una asignatura pendiente”

P.–Usted ha vivido el proceso contrario: eligió ser actriz y no quiso dedicarse a la música. Hay una escena muy emocionante en la que usted rompe a llorar tras verse de pequeña cantando con su padre. Este documental también la ha reconciliado con esa vertiente...

R.–Tengo claro que sin esta película, y sin el proceso que he vivido con ella, no habría sido capaz de componer una canción para los créditos, en respuesta al tema que me dedicó mi padre, ni me habría atrevido a recuperar mi voz, a cantar. Me ha ayudado mucha gente, entre la que está Sílvia Pérez Cruz, que aparte de ser un nombre fundamental de la música en este país, está en este proyecto, ante todo, además de como asesora, en calidad de amiga. Por ella conocí a Isaki Lacuesta, porque él dirigía el videoclip de Fatherless, una canción que Sílvia hizo a partir de un poema de Sylvia Plath, y nos lo pasamos tan bien que hicimos tres videoclips más. Yo veía a Isaki y pensaba: ‘A este hombre le habría pegado ser amigo de mi padre’. Luego Isaki me presentó a Elena [Molina], que es de mi edad, y pensamos en la codirección, en que hubiese una mirada parecida a la mía tras la cámara.

P.–Hablando de directores, no sé si ha visto Romería, de Carla Simón...

R.–No, todavía no he podido, pero la tengo muy pendiente porque sé que es una película que dialoga con la mía.

P.–Ambas son historias de dos hijas huérfanas por las drogas. En Flores para Antonio, Ariel Rot habla del romanticismo que rodeaba al tema...

R.–Hay una forma de hablar de las drogas que hemos heredado del pasado, y ahora tenemos otra manera de acercarnos a la cuestión, más madura, más consciente de todo lo que hay detrás. Creo que todavía es una cuenta pendiente, y me gustaría pensar que esta película propone una pequeña aportación, igual que Romería, aborda este episodio intentando comprender, sin estigmatizar ni tratándolo con romanticismo.

P.–Por la película sabemos que usted llamaba a su abuela Lola Flores Ole Ole, lo que solía decirle ella cuando era niña.

R.–Sí, y confieso que siempre estoy a punto de referirme a ella así delante de los periodistas, hasta que caigo en la cuenta de que no debo [ríe]. Para mí Lola Flores era solamente mi abuela, sin más, yo no le daba importancia, yo pensaba de niña que el resto de la gente también tendría padres y abuelas que salían en la televisión y que cantaban.

P.–¿Tiene algún proyecto como actriz a la vista?

R.–No, es que no tengo vida, sólo tengo esta película [ríe]. Pero lo he elegido así, sabía que esto iba a ser una experiencia muy emocional, y no quería sobrecargarme.

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