'Golpes': el cine quinqui como el espejo de un país
Cine
El guionista Rafael Cobos estrena el viernes su primer largo como director, un ‘thriller’ de atracos y una reflexión sobre la memoria.
‘Golpes’: un país herido y esperanzado
En un principio, Rafael Cobos imaginó la historia que escribía junto a Fernando Navarro, un argumento que planteaba una relectura de aquel fenómeno del cine quinqui, con Madrid como escenario, pero el guionista sevillano no terminaba de creerse lo que sucedía en aquellas páginas y decidió trasladar esa trama a su ciudad natal, “no porque fuera mi zona de confort, sino porque yo sentía que aquí, en el sur, tenía algo que aportar. En Madrid habría quedado todo más forzado”, afirma el creador sobre Golpes, una cinta que bajo sus hechuras de thriller de atracos esconde también un drama familiar y un retrato de los primeros años de la democracia, y que llega a los cines este viernes.
El detalle de la ubicación revela que Cobos necesitaba vincularse emocionalmente a su primer largometraje como director, después de un trabajo de dos décadas como guionista –ligado desde 7 vírgenes a la filmografía de Alberto Rodríguez– y del éxito de la serie El hijo zurdo, en la que comprobó que sabía manejarse tras las cámaras. El enfrentamiento entre Migueli, un delincuente de poca monta (Jesús Carroza) que sale de la cárcel y reúne a su banda para volver a la acción, y su hermano Sabino (Luis Tosar), un policía que ha seguido escrupulosamente la ley y empieza a comprender que la vida y el orden son incompatibles, permitía al escritor seguir ahondado, como ha hecho junto a Rodríguez en títulos como La Isla Mínima o Modelo 77, en la historia reciente de España.
Golpes, que se estrenó en la última Seminci, transcurre “en el momento en el que el Golpe de Estado ha fracasado y en el 82 la gente sabe que en las elecciones que están al caer en octubre va a ganar el PSOE, un partido de izquierdas que viene con toda la carga de libertad y todo el valor democrático y revolucionario de un país que camina ya hacia la luz”, resume Cobos, que en otras propuestas había orbitado alrededor de esa fecha. “En La Isla Mínima habíamos trabajado los días previos y posteriores al golpe, y en El hombre de las mil caras y en Grupo 7 habíamos abordado los mediados y los finales de los 80, y faltaba que nos enfrentáramos a ese período de tiempo que creo que fue decisivo”, analiza el ganador de dos Premios Goya, reconocido en el pasado Festival de Huelva por Canal Sur como Mejor Cineasta de Andalucía.
Cobos siempre había fantaseado con hacer un homenaje a aquellas aventuras callejeras al margen de la ley que filmaron Eloy de la Iglesia o José Antonio de la Loma, “y pensé que era perfecto acercarse a ellas con otra mirada. En el cine quinqui no había distancia con lo que estaba ocurriendo, igual que el punk era una reacción descerebrada, inconsciente, aunque una reacción al fin y al cabo. A su modo, esas películas estaban diciendo que los que habían sido marginados se estaban quedando de nuevo fuera del reparto, excluidos del paraíso”, argumenta.
Aunque “el cine quinqui era tosco, más feo, desprende la misma verdad y la energía de una canción de La Banda Trapera del Río”, defiende Cobos, que busca entonces en su teléfono móvil “una letra del grupo que es brutal y que define bien todo esto”: ‘Para la gente un bastardo, para la poli un ladrón, para el patrón, un plebeyo. ¿Qué culpa tuvo él, qué culpa tuvo nadie de nacer donde nació?’”, lee el cineasta, que reconoce que aquellos paisajes no son ajenos a su infancia. “Yo soy del 73, crecí en un barrio de las afueras y vi muchas de las situaciones que se cuentan aquí. No fui protagonista de ellas, pero ese entorno determinó quién soy hoy”, considera.
“El cine quinqui decía que los marginados se estaban quedando otra vez fuera del reparto”, defiende Cobos
Golpes, que está nominada en cinco categorías en los próximos Premios Asecan del Cine Andaluz y que tendrá este jueves, a las 20:30 en el Cine Cervantes de Sevilla, un preestreno en el que el actor Jesús Carroza y el músico Bronquio acompañarán a Cobos, expone que “tras esos quinquis había todo un país de desheredados, de desamparados. Podía ocurrir que uno de estos personajes periféricos tuviera como objetivo restaurar la memoria de su padre muerto como consecuencia de una guerra”, comparte el director. “Se daba la tormenta perfecta para, haciendo un thriller, un policiaco, ir un poco más allá hacia lo que me interesa, me preocupa, algo más trascendental y colectivo”.
Una radiografía de un país que protagonizan esos dos hermanos “que representan las dos Españas: los que pensaban que no había que mirar atrás para la reconciliación y los que creían por el contrario que no había futuro sin memoria”. A un lado está Sabino, para el director y guionista “un hombre cansado, que probablemente tenga una depresión y que no sabe dar respuesta a determinadas emociones. Ve que el mundo le pasa por encima, todo va mucho más rápido que él y no se adapta, se ha quedado atrás también en la relación con su mujer. Él es el hermano mayor, el hermano responsable que asume un rol y que acaba arrastrando una herida por ello. El reencuentro con Migueli lo obliga a enfrentarse con su soledad, su tristeza, su fragilidad”, describe Cobos a un personaje que “pertenece a la Policía más dura, que perpetuaba ciertas conductas del franquismo, pero él también lee poesía, está en pleno conflicto con su sensibilidad. Era un papel difícil que Luis ha bordado, que ha hecho muy humano y muy real. Él no solía mirar las tomas que grabamos, pero un día se acercó al combo porque yo quería explicarle algo de la escena y se asustó: me dijo que estaba viendo a su padre”, recuerda Cobos.
Tosar, que se suma a la conversación que se produjo hace unas semanas en el Festival de Sevilla, encuentra similitudes entre un policía al que conoció y su personaje. “Preparé una película en Barcelona en la que interpretaba a un agente, y tuve muchas charlas con el jefe de la Brigada de Homicidios. Y tú lo veías y jamás en tu vida habrías imaginado que era policía, hasta que me comentó que su especialidad eran los interrogatorios. Y de repente lo miré y lo comprendí todo”, rememora. “Pues Sabino es eso”, aporta Rafael Cobos. “En ningún momento se le ve con el arma, no queríamos porque no hace falta, él tiene otras estrategias, más inteligentes, más persuasivas”.
Tosar, que ya dio vida a otro guión coescrito por Cobos y Navarro, Toro, dirigida por Kike Maíllo, destaca del realizador sevillano que “tiene un don para explicar las emociones. Es fácil indicarle a un actor que lleve a cabo una acción concreta, pero todo se complica cuando entran en juego los sentimientos. Y este hombre lo consigue, quizás porque tiene una gran humanidad”.
A diferencia de Sabino, Migueli, “quiere mirar adelante y ahí se encuentra con Angelita [la granadina Teresa Garzón, que debuta en el cine], pero antes tiene que sanar las heridas, encontrar a su padre y hacer justicia. Eso lo distancia aún más de su hermano, al que quiere a pesar de todas las diferencias”, declara Carroza sobre un papel por el que es candidato a los Premios Asecan. Aquel chaval al que descubrió 7 vírgenes es hoy un actor asentado que causa asombro con su naturalidad en un veterano como Tosar: “Con Jesús siempre he tenido la sensación de que estaba bien, siempre era de verdad, hiciera lo que hiciera en cada toma”.
Cobos y su equipo buscaron esa misma autenticidad en la ambientación. “Lo hablé mucho con la directora de arte [Gigia Pellegrini] y la de vestuario [Lourdes Fuentes], que hay una línea muy fina que separa la recreación de una época del decorado, el cartón-piedra, el plástico”, opina el director. “Ha sido difícil porque la Sevilla de los años 80 no existe ya: la ciudad está muy intervenida”.
“Tenía el deseo de ser responsable de mis propios errores. Dirigir tal vez sea eso”
En su trabajo “codo con codo” con Alberto Rodríguez, una fructífera alianza que culmina ahora con la serie Anatomía de un instante, la adaptación del libro de Javier Cercas que puede verse en Movistar+, Cobos “siempre” participó en los rodajes, pudo “decir lo que pensaba en el proceso”, pero confiesa que “se fue despertando un cierto deseo de, digamos, ser responsable de mis errores. Creo que dirigir es eso, un salto que al guionista le beneficia, le ayuda a crecer”.
Para la banda sonora de Golpes, que incluye un clásico como Tu frialdad de Triana, Cobos ha reclutado a Bronquio, al que ya se escuchaba en El hijo zurdo y que “está en las antípodas de la música que se espera uno cuando piensa en el cine quinqui”, un género en el que himnos de Los Chunguitos o Los Chichos dialogaban con las secuencias. “Lo interesante es que Bronquio es de Jerez, ha mamado el flamenco, pero plantea sus piezas con una máquina y una modernidad increíble. Y sin embargo, hay algo muy del sur en lo que hace: lo que suena en todo el prólogo de la película, por ejemplo, es la base de una seguiriya”.
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