El hermano de la Niña de los Peines
Historias del fandango
Tomás Pavón, 3/4. Tomás fue un cantaor poco conocido a nivel popular porque siempre rechazó actuar en grandes espectáculos; hoy nos dedicamos a repasar los fandangos de su discografía
Esto le ocurrió siempre, porque era poco conocido y se hacía necesario identificarlo en la publicidad de sus actuaciones. Vemos una ocasión, en 1920, cuando participó en la fiesta privada de una familia sevillana de alta sociedad. Entre los artistas que actuaron en la felicitación a Enriqueta Rincón –que así se llamaba la joven– figuraban “el veterano tocador de guitarra Habichuela y los cantadores Pepito Torres [Pepe Pinto] y Tomás Pavón, hermano de la Niña de los Peines”, anunciaba el periódico. Fue una fiesta en Sevilla, donde obviamente debía ser conocido Tomás. (Por cierto, que se bailaron “todos los bailes del país y del extranjero y se cantó desde las bulerías y los fandanguillos de Alosno hasta la romanza El cabo primero” (diario La Unión, 15 julio 1920).
De Despeñaperros p’arriba, también era un desconocido, o eso pensaban los organizadores de eventos flamencos. Así se anunció, por ejemplo, en el gran espectáculo de ópera flamenca celebrado en 1928, en el que figuraba en un extraordinario elenco rebosante de los mejores. También lo identificaban como “el hermano de la Niña” [1].
Y tampoco para la discográfica Columbia se había ganado un nombre sin genitivo. En 1931 sacó al mercado una amplia selección de discos “al ínfimo precio de $1,75 cada uno”: cante grande por “seguidillas” (seguiriyas), media granadina, soleá y tres cortes de fandanguillos”, en el que se anunciaba, de nuevo, como “Tomás, el hermano de la Niña de los Peines”. Ella era la famosa, la gran figura que había triunfado en toda Europa, y Tomás era una figura apocada y discreta a la que había que asociar al prestigioso nombre de su hermana para hacerle visible [2].
Los fandangos en la discografía de Tomás
Su cante fue mágico y fue un gran músico. Como describía Pericón de Cádiz, “en el mismo compás exacto le metía unos tonos y unas cosas –al cante– que se volvía uno loco”. ¿Y por qué decía la gente que era raro? “Es que Tomás se tomaba el cante con una seriedad bárbara, y sabía que mucha gente de la que va a los teatros no entendía ni le gustaba de verdá el cante, y por eso no cantaba en los teatros, porque tenía conciencia de artista y sabía que sus cantes eran pa aficionaos de verdá que supieran apreciar el valor de lo que él hacía”. Todo lo que cantó estaba impregnado de verdad flamenca, aunque en sus actuaciones –e incluso en algunas en sus grabaciones– se perciben altibajos debidos, probablemente, a sus problemas de salud y de ánimo.
La discografía de Tomás Pavón es bastante corta y faltan estilos que cantó, pero de los que no quedó registro.
Realizó sus primeras grabaciones en 1927, cuando tenía ya treinta y cuatro años, una buena edad en la que un artista suele estar cuajado y reconocido por todos. Conociendo su carácter, su hermana Pastora le animaba en las grabaciones:
–“¡Tomasito!... ¡Vamos a verlo, Tomás! ¡Olé!... ¡Así se canta un fandango, así, flamenco!... ¡Olé, ole!...”.
Y salía Tomás cantando: Mi caballo se paró / antes de llegar a tu puerta… La garganta le hacía un extraño y un coro unánime de voces le arropaba.
– “¡Ole! ¡Ole!”, volvía a jalear Pastora cuando remataba el último tercio. Tomás no estaba bien aquel día. En varios pasajes del cante estuvo a punto de quebrársele la voz. Había que animarle, que sintiera el calor de quienes le acompañaban en el estudio. Como decía el periodista Galerín, “Tomás llora el cante, lo dice”.
– “¡Vamos a verlo, Tomás!... ¡Aquí está Arturo!”
Pastora tenía para todos. También animaba a Manolito, Manuel Serrapí, el joven guitarrista Niño Ricardo que ya capitaneaba el toque por Huelva.
Cuatro discos de fandangos
En la obra más documentada sobre su vida y su obra (Tomás Pavón, de Carlos Martín Ballester, antes mencionada) se detallan 5 grabaciones de seguiriyas, 5 de soleares, 3 de bulerías por soleá, 1 de tonás, 2 de saetas, 3 de granaínas y, a lo que nos interesa en esta sección, 4 grabaciones de fandangos con ocho letras. Los grabó entre 1927 y 1930, los años de la explosión discográfica fandanguera.
Con Regal en 1927, unos titulados Fandanguillos de Tomás (Con la Virgen del Pilar), y otros tres discos más de Fandanguillos que son los que cantó en el compás y el aire de Huelva: (Mi caballo se paró, Quiere a tu mare me dijo); (Amapolas de un trigal, Como yo quise a mi mare), y (De la playa las arenas, A mi mare por su alma).
En 1930 grabó con Odeón los fandangos (La paloma mensajera, Que está al pie de la montaña), con el toque de Manolo de Badajoz. En parte de ellos, Tomás canta el estilo de La Parrala, que por aquellos años era un fandango asociado a Manuel Torre y a Antonio Rengel, por la enseñanza que éste recibió de El Portugués, discípulo de la moguereña.
(Continuará)
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