Escultura

Víctor Pulido instala en la Universidad de Huelva la libélula gigante de su proyecto 'Imago'

  • El artista onubense entrega este mes a la Onubense la escultura para su instalación permanente en el campus de El Carmen

Dormía su hija Noa en las noches y en los días y Víctor Pulido no podía dejar de mirar y de imaginar. Pensaba en sus sueños y generaba los propios. Vio en su bebé un pequeño ser a la espera de su transformación para cobrar todo su esplendor. Y encontró en esas reflexiones el artista el imago que convirtió en la mayor de sus obsesiones. Ese proyecto que empezó a definirse en 2011 en un cuaderno de dibujo con bocetos de la pequeña, ahora da un paso clave hacia su revelación más grandiosa, con la escultura de la libélula emperador que en unos días cederá a la Universidad de Huelva e instalará de forma permanente en los jardines del campus de El Carmen.

Poco más de un mes, en abril del año pasado, tardó Pulido en lograr el alimento necesario para su sueño. Cinco mil euros reunió en una campaña de fondos por suscripción popular a través de internet. Una cantidad alejada del lirismo de su proyecto pero fundamental para hacerlo realidad.

El inicial contemplaba plagar de libélulas gigantes el Palacio de Cristal, en El Retiro madrileño. Pero por el que de verdad ha luchado es por el que le vinculará por siempre a la Onubense, desde que llevara su colección de insectos a las paredes de la Sala de Exposiciones Cantero Cuadrado, donde acabó posándose por primera vez su gran creación, entonces como prototipo de poliestireno.

La que desde el día 20 levitará sobre el césped frente al Comedor Universitario es de acero cortén. Unos 40 metros cuadrados repartidos en 20 piezas: la cabeza, el tórax, el abdomen en ocho partes, las cuatro alas y sus seis patas. Todas soldadas, sostenidas a metro y medio del suelo, fijadas por el alfiler del entomólogo imaginario en que se convirtió Pulido en el taller de forja.

Habrá junto a la escultura una placa que recuerde la aportación de esos mecenas anónimos que ahora la llevan hasta allí. Y ese nuevo símbolo cultural universitario será el primero de una serie por venir. Es el anhelo de un proyecto vivo, aún con mucho que mostrar.

Hay en ese torerito imperial el recuerdo de que la edad adulta no debe dar tregua a la vida. Quizá a partir de ahora será un mensaje, una proclama directamente dirigida a los estudiantes que pueblan el campus de El Carmen. Como aquel recordado profesor que encarnara Robin Williams en el cine, la obra de Víctor Pulido le dirá ahora a todos esos jóvenes que aprovechen el momento. El esplendor es ahora también suyo.

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