Cultura

Humor y melancolía

CineBox Aqualon Puerto Huelva.- Producción: Argentina y España, 2011.- T.O.: 'Un cuento chino'.- Duración: 90 minutos.- Dirección y guión: Sebastián Borensztein.- Fotografía: Rodrigo Pulpeiro.- Música: Lucio Godoy.- Montaje: Fernando Pardo.- Intérpretes: Ricardo Darín, Huang Sheng, Muriel Santa Ana, Enric Rodríguez, Iván Romanelli.

La película ha tenido un enorme éxito en Argentina, razón por lo que se estrena en España. Dicen que es un homenaje al corazón de los argentinos y que da lugar a muchas lecturas. Es una tragicomedia en la que Jun, un inmigrante sin papeles, desvalido y sin conocer el idioma, cuando llega a Buenos Aires buscando a su único pariente vivo, nadie le presta ayuda para encontrarlo. Camina indeciso por las calles de Buenos Aires. En el momento en que es arrojado a la calle desde un taxi, tras haber sido asaltado por el conductor y sus compinches, casualmente, se topa con Ricardo, un ferretero huraño y arisco, malhumorado y contra sistema a su manera, que, sin embargo, está dispuesto a prestarle su apoyo, aunque les cueste mucho entenderse.

El director y guionista de la película, Sebastián Borensztein, afirma que esta historia "da lugar a muchas lecturas, con un abanico de emociones desde lo más divertido a lo melancólico. No es una película perfecta pero si es carismática y, por eso, conecta con el público". Conste que esta definición autoelogiosa es sólo para nosotros un indicativo de intenciones que para nade deben influir en la calificación del film. En todo caso es también el relato ciertamente absurdo que protagonizan dos personas en las antípodas, no sólo por razón racial o de distancias geográficas sino también de índole psicológica, que permiten que un chino y un argentino acaben entendiéndose sólo por gestos.

En esta especie de entendimiento multicultural entre seres tan distintos y tan distantes en tantos aspectos, aflora por parte del director buena parte de ese humor judeoargentino, ingenioso, inteligente, agudo y mordaz, en el que también se evidencian la realidad de la ciudad como un marco no siempre acogedor, el desarraigo y los conflictos interculturales. Esta tragicomedia protagonizada por este maniático obsesionado por el orden y coleccionista compulsivo de recortes de prensa con las noticias más insólitas que se publican, no sería nada sin un intérprete como Ricardo Darín que, si siempre nos dejó constancia de su gran talento interpretativo, aquí ha encontrado un personaje en el que borda todos los matices y las inflexiones de un personaje retratado genialmente.

Un bello relato con intención ciertamente ejemplarizante para hacernos reflexionar sobre la necesidad de la comunicación, del afecto que impida el aislamiento de las personas. Lleno de humanidad igualmente emociona, conmueve y divierte. No elude tampoco la crítica social e institucional tan habitual en la cinematografía argentina. Todo gana con la actuación de los protagonistas especialmente del ya mencionado Ricardo Darín, en la mejor tradición de los intérpretes argentinos, que despliega todos sus recursos expresivos.

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