Cultura

Dejadme la esperanza

  • La Casa Colón ha albergado en septiembre una exposición de Vicente Toti dedicada a Miguel Hernández · El poeta era la excusa; la razón verdadera, 'su' mundo mejor

Probablemente, el sentido, la técnica, la composición y la temática de Vicente Toti (Zalamea la Real, 1945) no han cambiado sustancialmente desde que esgrimiera sus primeros pinceles, desde que emborronara los primeros lienzos, desde que batallara con sus primeros mensajes de lucha social; ellos, pinceles, lienzos y mensajes cargados (siempre) de fidelidad, de compromiso, de esperanza.

La razón (uno), su coriácea palabra, tan sentida y labrada que es creíble y emocionante. La razón (dos), su concienzudo pensamiento, esquivo a la esponjosidad del tiempo que todo lo transforma o masacra, que todo lo cambia, y permisivo, sin dudas, al diálogo y la acción. La razón (tres), su pétrea y flexible, a la vez, voluntad y responsabilidad ante la sociedad y el ser humano, una respuesta que solo encuentra sentido si se conoce a la persona, si se indaga en su obra, ya sea pictórica, literaria o comunicativa; toda ella, ejemplar en la disposición y considerada en la ejecución.

Esta rotunda definición, 'no han cambiado…', nos hace pensar en un artista escasamente dado a la sorpresa. Puede ser cierto. Un artista desabrido a las ideas que la sociedad en movimiento te reporta. Puede alcanzar la certeza. Soberbio ante lo nuevo. Probablemente. Monolítico en la definición social y política. Indudable. Incapaz de evolucionar en la concepción primigenia del discurso (palabra y ejecución). Capaz. Ciego y sordo ante lo externo. Jamás. No aparta ni niega, asume constantemente, pero cubierto en/de él. Toti construye desde bien joven un mundo revolucionario en ebullición. Nace la lucha. A través de su mundo plástico (la piedra que arroja), un mundo que es virtualmente literario, esculpido de la realidad histórica vivida, sentida y leída, y bruñido de lucha, envuelve un mensaje veraz y voraz de colores, de palabras y de expectativas (efecto del golpe). La composición de la piedra plástica, desgraciadamente al límite de lo que académicamente ha podido construir, bebida de tantas fuentes, no ha dudado en ser portavoz de la batalla, una pasión que le ha permitido estudiar sin descanso, practicar hasta la extenuación y divulgar como consuelo de ese mundo, repito, su mundo, mejor, mucho mejor. He ahí su magnífico legado.

Con un éxito de público esperado, Toti congregó en la Casa Colón a muchas personas en la inauguración. Sus fieles. Sus amigos. Su público, una legión de seguidores que saben que Toti es un narrador contumaz de una palabra que exige compromiso. Y ese no vacila. Miguel Hernández es la excusa, como tantos otros poetas. La razón verdadera, ese mundo mejor. Nadie ha defraudado. La exposición ha terminado, pero nos queda aún Toti, con su palabra labrada de colores desvaídos, deturpados, cinéticos y secos, para repercutir aún más en el mensaje, aunque se pose con "el tiempo amarillo sobre mi fotografía".

Me decía una amiga que me acompañaba a la exposición, que "nunca, creo, colgaría en las paredes de mi casa un cuadro de Toti. Demasiado tengo con ver lo que veo para sufrir más por la pérdida de virtudes que asistimos. Pero, te aseguro, que siempre tengo colgado en mi conciencia un cuadro suyo. La mayoría, ejemplos de cómo deberíamos ser. Todos son páginas de lucha. Esa lucha que no sé bien por qué hemos dejado colgado en el armario para vestirnos de oportunidades según rulen los vientos".

Toti, síguenos regalando cada día la esperanza de ser mejores, la esperanza que con justicia enarbolas, la que amortajó para siempre a tu admirado poeta Miguel Hernández: la esperanza de un mundo mejor. Feliz. Y es posible. Aunque sea la más estúpida de la ideas, no hay otra más bella.

"Pintada, no vacía: pintada está mi casa del color de las grandes pasiones y desgracias".

"Dejadme la esperanza". No es solo lo último que ha de perderse. Es vida. Compromiso. Aunque se tiña de amarillo en el papel de la fotografía. En el papel de una vida cambiante. Y sin escrúpulos.

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