Cultura

Anticipación (I)

Estrenos de películas como Total Recall (Desafío total) y Dredd, todavía en cartel cuando escribimos esto, ambas producidas este año y nuevas versiones o secuelas de títulos de notable éxito anterior, lo cual sigue siendo un indicativo muy revelador de la falta de imaginación de buena parte del cine actual, denotan la implacable vigencia de una cinematografía de anticipación, ciencia-ficción o fanta-ciencia, como también se la denomina, que no cesa y está presente casi siempre en las salas cinematográficas.

Reciente se estrenó en nuestras pantallas Prometheus (2012), de Ridley Scott, especie de precuela de Alien, el octavo pasajero (1979), un incunable del género para muchos, y en la que se apreciaba una especie de trasunto entre 2001, Una odisea del espacio (1968), de Stanley Kubrick -para nosotros uno de los títulos de culto de la ciencia-ficción junto a Metrópolis (1926), de Fritz Lang-, y Blade Runner (1982), del propio Scott . En todo caso, unas y otras películas, todas con el denominador común de la anticipación de un futuro por lo general preocupante -la mayoría nos presentan un porvenir aciago-, obedecen a especulaciones de toda índole y en muchas ocasiones nada científicas.

Se ha dicho, se ha escrito, y es difícil encontrar definiciones convincentes, que se trata de un género cinematográfico que exalta de alguna manera la ciencia de su tiempo de una manera ciertamente especulativa, relacionándolo con un contexto social menos ponderado, convirtiendo a veces esa especulación en un intento de identificar al espectador con ámbitos desconocidos. Al respecto Vivian Sobchack, interpreta que "la ciencia ficción comporta una irrupción de lo imaginario en lo real, utilizando la ciencia como coartada de la fantasía". De ahí que el término habitual o el también utilizado fanta-ciencia sirva para transformar lo real en un tratamiento presunta o pretendidamente científico en el juego de lo más fascinante imaginación.

A veces, muchas veces, la ciencia-ficción se ha mezclado con la aventura, el cómic y el terror. En este segundo caso el ejemplo, de los muchos que podríamos citar, tanto en los Alien o el Prometheus, de Scott, como otro de los recientes estrenos, el ya mencionado Dredd, se aprecian signos terroríficos, que ya, desde antiguo ilustraron este tipo de cine contrastando con uno de los más primitivos ejemplos del género El viaje a la luna (1902), de Georges Mélies, que se servía del humor de una manera genial. No hay más ciencia-ficción y terror que en Frankenstein (1910), la primera adaptación de la famosa novela de Mary Shelly o en Dr. Jekyll y Mr. Hyde (1912), que tantas versiones de distinto estilo nos han dado.

Sobre ese tipo de especulaciones futuristas uno de los más notables referentes literarios es Julio Verne. La primera adaptación de su apasionante 20.000 leguas de viaje submarino se realizaba en 1916. Muchos años después entre los primeros films de lo que se llamó Cinemascope, uno de los principios de las grandes pantallas en el cine, fue la versión protagonizada por Kirk Douglas. Y entre los realizadores europeos que en la década de los años 20 comenzaron a introducir en sus predicciones argumentos sociales, la más significativa es Metrópolis, que citábamos al principio, otro gran incunable, o la menos conocida La mujer en la luna (1929).

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