Es el último miembro de la familia SUV de Opel. Comparte elementos con el Peugeot 3008 y se enfrenta a pesos pesados como el Nissan Qashqai o Seat Ateca, entre otros. Comenzando por su espacio interior, los casi 4,5 metros de largo proporcionan una buena habitabilidad y un maletero con 514 litros.
Las calidades de los interiores son bastante buenas, con amplias superficies mullidas. Y lo mismo ocurre con los ajustes. Son mejorables, eso sí, los plásticos que recubren las puertas. Los asientos son cómodos dotando al Grandland X de un gran puesto de conducción. Sobresale, en este sentido, la pantalla táctil de 7,8” con Android Auto y Apple Car Play.
En marcha es cómodo. Las suspensiones son firmes, pero en su justa medida. El aislamiento acústico también es notable. Y en curva se mantiene estable y sin balanceos. La versión probada cuenta con el sistema IntelliGrip, que ofrece 3 modos de conducción para superficies nevadas, arenosas o rocosas.
El motor, el 1.6 CDTi de 120CV, es rumoroso en frío pero a cambio mueve con agilidad este SUV y ofrece un consumo contenido, con una media de unos 5,7 litros de gasto de combustible durante la prueba.
En definitiva el Grandland X se muestra como una opción a tener en cuenta dentro del competido segmento de los SUV. Un todocamino de tamaño medio que destaca especialmente por su habitabilidad, maletero y confort de marcha.
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