Historia

El patronazgo en Huelva de San Sebastián, historia de un secuestro

  • Huelva estaba encomendada en el siglo XVI a dos patrones, con fiestas el 16 de agosto, día de San Roque, aunque un acontecimiento en 1716 acabó relegando a éste al ostracismo

San Sebastián y San Roque en un impreso de la Junta de Sanidad de Huelva, del siglo XIX. Fuente: Archivo Municipal de Huelva.

San Sebastián y San Roque en un impreso de la Junta de Sanidad de Huelva, del siglo XIX. Fuente: Archivo Municipal de Huelva. / Archivo Municipal (Huelva)

El 28 de abril de 1738, el Ayuntamiento de Huelva votó “por patrono desta villa, por sí y en nombre de los vezinos de ella, al señor San Sebastián para que se le tenga e guarde como tal patrono y anualmente su día se le haga su fiesta por este Cavildo con su misa y sermón. Y para que tenga efecto se pase testimonio deste acuerdo al señor vicario de las iglesias desta villa para que, junto con el venerable clero de ellas, se sirvan prestar su consentimiento a tan santo fin”. Aparentemente, todo era normal y las publicaciones que han tenido a bien recoger el voto han incluido siempre la referencia sin mayor complicación: un Cabildo municipal que nombra por patrono de su localidad a un santo, protector de la peste por más señas, a fin de implorar su favor a cambio de la celebración anual de una fiesta religiosa. Pero, a menudo, bajo los actos más normales se esconden historias intrincadas y el historiador ha de estar atento al conjunto de sugerencias e implicaciones que emanan de ellos y que reflejan, si nos percatamos de lo que nos dicen y lo que nos ocultan, la extraordinaria complejidad de la vida.

De hecho, nadie podía ser ajeno entonces a que San Sebastián era patrono de Huelva con anterioridad a aquella fecha y que, aunque el documento afirma que la causa del voto es “que en los años pasados llegó a dudarse por no contar por medio alguno auténtico” y que, en consecuencia, quedaba “dudoso el patronato, y el santo sin aquel culto que como tal le corresponde en la opinión de muchos, de que no pocos escrúpulos se siguen y an seguido sobre si es día festivo o no en esta villa”, la justificación carecía de suficiente peso, pues no todos los patronos lo eran por votos jurados con solemnidad. Más que por lo que decía, el documento era expresivo por lo que silenciaba: la existencia de otro patrono de la villa, San Roque, también protector contra la peste, al que se sacaba en procesión y al que se hacía fiesta, según el Cabildo tenía votado, pero al que ni siquiera aquí se le nombraba. El silencio del acta sobre San Roque era absoluto y este es un buen indicio de que, al contrario de lo que superficialmente parecía, sí estaba muy presente en la mente de los capitulares.

No eran patronos recientes, en cualquier caso. San Sebastián tenía ermita en Huelva, a la entrada del camino de San Juan del Puerto, al menos desde 1516, pues en esa fecha era mencionada por una bula del papa León X. A San Roque, por su parte, se le comenzó a levantar otra ermita en 1582, coincidiendo con la peste de 1581-1583, en la otra entrada a la villa por el camino de Gibraleón, en el barrio de la Vega. Desde el siglo XVI, pues, tanto uno como otro contaban con sendas ermitas para que protegieran a la población de la amenaza de un contagio que, si no llegaba desde el mar, entraba por los caminos de tierra.

Ese patronazgo dual, el de San Roque y San Sebastián, era el que la villa reconocía con mayor o menor formalidad, aunque a la hora de celebrar las fiestas patronales de cañas y toros en la Calzada se elegía el entorno del 16 de agosto y no el del 20 de enero, pues el verano era una época más apropiada para evitar el mal tiempo y congregar al mayor número de visitantes. El propio Ayuntamiento, el 13 de julio de 1613, afirmaba que “tiene esta villa votado fiestas a los gloriossos San Roque y San Sebastián, haciéndolas el día del señor San Roque”, de modo que podía considerarse que, si bien alguna vez el Cabildo afirmó que era “su segundo patrón”, San Roque era a todos los efectos el principal.

El convento de La Merced

Acontecimientos que tuvieron lugar a principios del siglo XVII cambiarían con el tiempo estos equilibrios. La ermita de San Roque estaba siendo financiada con las limosnas de los fieles y los aportes de su cofradía y las obras iban a ritmo tan lento que, veinte años después de su comienzo, no habían terminado. Para aquellos años, ya los dominicos y los carmelitas habían intentado fundar un convento en aquel emplazamiento, sin llegar a tener éxito, pero en 1602 el conde de Niebla don Manuel Alonso Pérez de Guzmán comunicaba al Cabildo de Huelva “que, por una enfermedad que a tenido de que se a visto apretado, a prometido un convento en esta villa de frayles descalsos agustinos, para que con el ayuda de Dios se haga en la ermita de la Cruz o San Roque”. Tres años más tarde, la fundación del convento sería ofrecida a la orden descalza de La Merced y el edificio se levantaría efectivamente sobre la ermita de San Roque, cuya imagen quedaría en lo sucesivo dentro de la iglesia conventual.

Imagen de San Roque, del siglo XVI, principal patrón de Huelva hasta 1738, hoy en la Catedral. Fuente: Ayuntamiento de Huelva. Imagen de San Roque, del siglo XVI, principal patrón de Huelva hasta 1738, hoy en la Catedral. Fuente: Ayuntamiento de Huelva.

Imagen de San Roque, del siglo XVI, principal patrón de Huelva hasta 1738, hoy en la Catedral. Fuente: Ayuntamiento de Huelva.

La desaparición de la ermita de San Roque no le hizo bien ni a su devoción ni a la cofradía que la sustentaba, pero, mientras las fiestas de agosto y las celebraciones litúrgicas tuvieron lugar, el santo continuó siendo el patrono principal de Huelva y San Sebastián siguió teniendo un papel subalterno. Los frailes mercedarios, bajo cuya autoridad estaba la figura de San Roque, solemnizaban su festividad con una misa cantada con sermón y los alcaldes y regidores acudían a participar de la celebración en nombre de la villa.

Ya en los primeros años del convento habían existido algunas diferencias económicas entre los frailes y los ediles, pues decía el Cabildo en 1619 que “se hizo la fiesta de señor San Roque que tiene botada, y antes de agora los derechos de clérigos y frailes los solían pagar los hermanos de señor San Roque y, porque la cofradía está tan pobre que no puede acudir a ello, se acordó por quanto los clérigos dan memoria de derechos cinquenta y nueve reales y los frailes de La Merced piden cinquenta reales, que es cosa exsesiba, y el Cabildo está tan pobre y no puede dar tanto, que a los frailes se den tres ducados en cada un año y a los clérigos quatro ducados”. A regañadientes, el acuerdo debió de prosperar e incluso se consiguió que, aunque se pagara el acompañamiento de los frailes a la procesión, el convento celebrara la misa y el sermón del patronazgo sin cobrar estipendio alguno por ello.

La ruptura y el ‘secuestro’

El problema surgió en 1716, pues por acta capitular de 25 de agosto nos enteramos de que, “haviendo passado el día del señor San Roque, patrón de esta villa y a quienes todos los años se le haze fiesta de iglesia por esta razón, en este año se negó el padre comendador del convento de La Merced desta villa a que se predicase el sermón que de tiempo inmemorial a esta parte se ha predicado por los religiosos de dicho convento sin darle emolumento alguno por ello, en atención a que quando se fundó dicho convento fue en la hermita de este sancto”. Pese a que lo del “tiempo inmemorial” no superaba en verdad el siglo, el Ayuntamiento se negó a pagar lo que el comendador mercedario exigía y, para responder al envite, sacó por la fuerza la imagen de San Roque del convento y la depositó en la parroquia de San Pedro. El enfrentamiento era evidente.

Ese año San Roque no tuvo fiesta religiosa, pero, sustituido el padre comendador, las cosas parecieron arreglarse al año siguiente. El 13 de abril de 1717 otro acta capitular recoge cómo se había hecho saber “por los señores theniente de correxidor y alcalde ordinario que, haviendo passado de horden del Cavildo a ver al reverendo padre comendador del convento de La Merced descalza de esta villa y explorarle el ánimo en que estava sobre la obligación que de tiempo inmemorial a esta parte a tenido dicho convento de hazer la fiesta al señor San Roque con asistençia del Cavildo, por haverse negado el prelado de dicho convento, su antecesor, a esta obligación en el año passado de diez y seis, por cuyo motivo se havía quedado el santo en la iglesia parroquial del señor San Pedro hasta que el Cavildo litigase si era de la obligación de dicho convento el decirle la missa cantada con sermón el día de su festividad, y, conferido sobre esta materia con dicho reverendo padre, quien desde luego se allanó a que se restituyese el santo al dicho convento y altar, y que para ello pasaría con su comunidad, y asistiendo el Cavildo, el día que se señalase para llevarle en proseçión, y que continuaría la obligación de todos los años”.

Imagen de San Sebastián, del siglo XVI, que presidía su ermita en Huelva, hoy en el Museo. Fuente: Cepsa. Imagen de San Sebastián, del siglo XVI, que presidía su ermita en Huelva, hoy en el Museo. Fuente: Cepsa.

Imagen de San Sebastián, del siglo XVI, que presidía su ermita en Huelva, hoy en el Museo. Fuente: Cepsa.

Viendo que el convento de La Merced se echaba atrás, el Ayuntamiento liberó a San Roque del secuestro y lo devolvió a su emplazamiento original, e incluso en 1722 pagó la restauración de la deteriorada imagen por ser “patrón de esta villa”, de lo que da cuenta una inscripción en su peana.

Aunque las cosas de momento parecían arregladas, era evidente que el hecho de que la imagen de San Roque estuviera dentro del convento de La Merced y custodiada por sus frailes no era cómodo para el Ayuntamiento. En cierto modo, el patrono de Huelva era rehén de los mercedarios y el Cabildo municipal estaba siempre a expensas de lo que se decidiera en el convento. En cambio, San Sebastián estaba situado en una ermita solitaria, vagamente sujeta a la autoridad del prior de ermitas del Arzobispado, y, para el Ayuntamiento, celebrar su festividad sin intromisión mercedaria debía de constituir una posibilidad más atractiva.

Hubo de saltar alguna chispa económica entre Ayuntamiento y convento para que aquel decidiera, de manera radical, nombrar único patrono de la villa a San Sebastián y olvidar definitivamente, y hasta nuestros días, a San Roque.

La excusa que se esgrimió, que aludía a “los venefi­zios que se devieron al señor San Sebastián en los calamitosos años de quarenta y nueve, sinquenta y sinquenta y uno”, era muy poco creíble. De eso hacía casi noventa años y, habida cuenta de los terribles estragos que la peste de 1649-1651 había hecho en la población (que se dividió casi por la mitad), los “beneficios” atribuidos a San Sebastián bien podían pasar por un sarcasmo. Además, había sido para rogar a San Roque, y no a San Sebastián, para lo que el 24 de agosto de 1648 había organizado el Cabildo un novenario de misas cantadas “por la salud de todos y para que el santo bendito interceda con Dios, nuestro Señor, y nos libre del mal de peste que se dice hay en la ciudad del Puerto de Santa María”. Pero ni San Roque ni San Sebastián libraron entonces a Huelva del peor contagio de los últimos siglos.

Fue una cuestión de control la que hizo que, el 28 de abril de 1738, el Ayuntamiento de Huelva votara a San Sebastián como único patrono de la población. En adelante, San Roque se quedaría arrinconado y olvidado, en su talla en madera, en un altar lateral del convento de La Merced. Y, aunque aún en la década de 1820 un impreso de la Junta Municipal de Sanidad de Huelva recuperaría en un tosco grabado la imagen de los dos patronos antiguos armoniosamente conjurados, lo cierto es que desde 1738 San Sebastián se alzaría victorioso, tirando hacia arriba de su festividad del 20 de enero, como solitario protector de Huelva, inaugurando una tradición que pronto muchos también considerarían ya “inmemorial”.

San Sebastián y San Roque en un impreso de la Junta de Sanidad de Huelva, del siglo XIX. Fuente: Archivo Municipal de Huelva. San Sebastián y San Roque en un impreso de la Junta de Sanidad de Huelva, del siglo XIX. Fuente: Archivo Municipal de Huelva.

San Sebastián y San Roque en un impreso de la Junta de Sanidad de Huelva, del siglo XIX. Fuente: Archivo Municipal de Huelva. / Archivo Municipal (Huelva)

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