Huelva

La musicoterapia: Arte y ciencia unidas en beneficio de la vida humana

  • Músicos y médicos se unen en el interés por la facultad terapéutica de la música

Sesión de musicoterapia.

Sesión de musicoterapia. / M. G. (Huelva)

Alguna vez nos hemos preguntado si la música además de disfrutarse en un teatro o e un equipo de alta fidelidad, también favorece la salud. ¿En sí qué significa y qué entraña la música para que mejore la vida de un ser humano? Si nos remontamos a la Prehistoria se ha averiguado que los ritos mágicos cumplían esta función. Los primeros escritos alusivos a la influencia de la música en el cuerpo se encuentran en los papiros egipcios descubiertos por Petrie en la ciudad de Kahum en 1889, dichos papiros datan del año 1500 antes de Cristo.

En la Antigüedad se comprobó el poder curativo, purificador e incluso inductor a la fertilidad femenina que la música posee. Para el mundo griego la música ayudaba a recuperar el orden, fortificaba la cuidadanía y avivaba el ánimo. Y si durante el Renacimiento se diversificaron las ideas de los griegos, en el siglo XVIII se empieza a estudiar el efecto de la música en el organismo desde un punto de vista científico, un ejemplo se halla en Medicina musical de Richard Brown; sendero allanado para un siglo posterior donde el doctor Chomet escribiría “La influencia de la música en la salud y la vida”.

El paso determinante hacia un estudio consolidado se forja durante la Segunda guerra mundial; Thayer Gaston estimó la experiencia de unos voluntarios que interpretaban música en los hospitales de campaña. De ahí nace el Tratado de musicoterapia, de 1989. Paralelamente, el Tratado internacional de París, de 1974, y la Asociación española de Musicoterapia, fundada en Barcelona en 1976 por el profesor Abimael Guzmán, son dos hitos en esta vertiente de la música.

La inquietud en los círculos eruditos por la facultad terapéutica de la música hizo que en muchos lugares del mundo empezaran a sentarse a una misma mesa músicos y médicos. Sus reflexiones y propuestas han abierto horizontes en la sociedad no sólo en el tratamiento de enfermedades; sino en el beneficio integral de la vida humana. Esto no quiere decir que la musicoterapia cure por sí misma ya que no hay recetas musicales genéricas para una patología o un trastorno.

Para la musicoterapia son necesarios conocimientos médicos, psicológicos, didácticos y musicales. Todo está en un proceso abierto: si la música está bien dirigida, puede ser un complemento muy favorable para un paciente. Los mensajes sonoros e intelectuales de una composición musical inciden poderosamente en las funciones cardiacas, las ondas cerebrales, la respiración y el tono muscular. Estudiosos parten de la base de cómo la melodía actúa en el cerebro y en las funciones fisiológicas. Si Aristóteles decía en su Poética que hay tonos de flauta muy eficaces para paliar o curar severos trastornos mentales, en diversos estudios de la actualidad se ha demostrado que las terapias reguladas con música logran mejorar la calidad de vida reduciendo en pacientes episodios agresivos y ansiosos.

El trabajo de musicoterapeuta ya existe en algunos hospitales o centros de Alzheimer. Mónica De Castro, especialista en Geriatría y demencias de la Universidad de Vic Alzheimer Catalunya, refiere que un paciente que ha perdido el lenguaje sí mantiene la capacidad para procesar la música. En las sesiones de hospital y centros de Alzheimer se aborda la imaginería musical receptora, la improvisación, la ejecución y la creación clínica de canciones así como la técnica vocal terapéutica. Diversas experimentaciones con música en estas sesiones manifiestan que la frecuencia del puso cardiaco llega a sincronizarse con el compás de una pieza musical determinada. Y es que la música tiene su interna razón de ser, es decir: sus frecuencias vibratorias que se unen a los ritmos del cuerpo humano. Cuando la música externa y el ritmo interno resuenan con idéntico pulso, se produce una sintonía. Esto trasciende a otros aspectos, como la conciencia y la alerta.

Profundizando en lo psíquico, se ha comprobado que la música genera ondas cerebrales específicas que se corresponden con los estados de calma y atención.

Investigaciones llevadas a cabo en el Hospital de la Paz de Madrid reflejan su sorprendente efecto en la autoestima y la comunicación; también alivia en el proceso de duelo tras la pérdida de un ser querido.Musicoterapeutas que trabajan con niños enfermos ven el estímulo para cantar y expresarse, algo que puede acelerar los procesos curativos o atenuar o retardar estadios patológicos muy graves o avanzados. Según la doctora Concetta Tomaino, vicepresidente de Terapia Musical en el Center Light Health System, de Nueva York, la música es una parte de la psicología geriátrica en el tratamiento del Parkinson y en la recuperación del habla en casos de un derrame cerebral; la doctora insiste en que la música aporta vitalidad a las neuronas.

Otra gran aplicación de los últimos diez años ha sido el mundo laboral pues la musicoterapia es una herramienta eficaz para la prevención o reducción de agentes estresantes: combate el síndrome de fatiga crónica, amortigua los conflictos interlaborales e incluso estimula la creatividad.

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