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'43º Festival de Cante Flamenco de Moguer' Cante: Israel Fernández, Kiki Morente, Manuel Lombo, Juan Ángel Tirado, Joni Cortés. Guitarra: Yoni Giménez, David Carmona, Rafael Rodríguez, Luis Mariano. Baile: Alba Heredia. Lugar: Sede La Parrala, Recinto Ferial. Fecha: Sábado 8 de julio. Aforo: Unos 300 espectadores.
Moguer presentaba este año su día grande del cante con dos nombres propios para la galería. La de Manuel Lombo ha sido una figura trabajada en escenarios variopintos. Muletilla golosa para acontecimientos de diversa índole, habitual en la esfera rumbera, la de la copla o las sevillanas, alcanzó su máxima repercusión mediática con aquel Cómo lo hago de su primer disco. Guadianas y vericuetos curiosos, no obstante, dado que sus comienzos en la música tuvieron trazas tan flamencas como desconocidas para crítica y público.
Menor conocimiento se tiene del aporte escénico de Kiki Morente. De nombre José Enrique, a lo largo de la noche pondrá sus cinco sentidos en demostrar que lo suyo tiene recorrido, más allá de la minúscula exigencia de los clubes de fans.
Abre la noche el guitarrista Yoni Giménez que, como concertista, ofrece unos minutos justos para ir tomando asiento y comenzar a paladear. Tras los agradecimientos y entrega de recordatorios al autor del cartel, Pepe Camacho, y al vicerrector de la Universidad Internacional de Andalucía en La Rábida, llega el momento más gitano de la velada.
Israel Fernández arranca correcto por tarantas. Por soleá muestra ser cantaor de matices, y poco dado al desmelene gratuito pese a su estirpe. Por granaínas va emprendiendo algunas de sus mejores tandas, aunque resulta obvio que donde de verdad se encuentra cómodo es en las bulerías por soleá. Va con todo y culmina, no obstante, con la seguiriya, en la que es capaz de poner distancia con todos sus competidores de esa noche, y me imagino que de otras muchas noches que le aguarden. Da por concluida su actuación pese al requerimiento de parte del público, que le solicita algún otro cante festero.
Llegó más tarde el momento del baile, que nos sumió en el trágico discurso de la soleá de Joaquín El de la Paula, ese extenso e intenso tramo -agradecido de largo por el público puesto en pie-, a cargo del grupo de Alba Heredia. Destacar el acompañamiento al cante y palmas de Juan Ángel Tirado y Joni Cortés, dos todoterreno que llegan pidiendo paso, así como el acierto del bellísimo escenario, con la luna del cartel siempre presente, luna llena que nos encandilaba, precisamente, desde el cielo esa noche.
Kiki Morente comienza ejecutando los conocidos fragmentos del poema Asesinato de Poeta en Nueva York, que el patriarca llevara por caminos y veredas dentro de su particular y permanente devenir lorquiano (un devenir que le hace protagonista único de ese episodio destacado en la historia de nuestro cancionero español). De la misma forma recrea el poema incluido en Diario de un poeta recién casado que ya incorporara su hermana Estrella en su primer disco. El pequeño de la saga granadina remonta de un modo más libre por seguiriyas y tientos tangos, aunque deja cierto rastro, un resabio de mera ebullición casi adolescente, que dista mucho de parecerse a lo que debe ser el tronco central de un festival de raigambre.
Manuel Lombo pone de manifiesto su desenvoltura y querencia por los cantes de Cádiz, y su plenitud de facultades (garganta, sobre todo) para los cantes grandes, entre los que apuesta por la malagueña o la soleá. A falta de otros aditamentos más abstractos, tira de una preparación innegable, de perseverancia desde que era un niño, y le suma su respeto y querencia por la reinterpretación de la copla (a la manera casi idéntica de Miguel Poveda). No en vano clausura la jornada con Silencio por un torero, composición de Quintero-León-Quiroga para Juanita Reina.
La disquisición acerca de la pureza o la sobriedad no nos puede distraer ante el reconocimiento de Lombo como todoterreno de la profesión, que cuida al máximo el detalle en escena, así como la concitación de un público diverso, gracias a las virtudes de la canción aflamencada y el -ahora sí- desmelene. Justo al contrario de como comenzó la noche.
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